1. Historias de minimercado


    Fecha: 29/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... favor del cliente pero que me venían de maravillas para mis intenciones furtivas: desde allí podía observarlo todo sin ser visto. Me causaba mucha curiosidad cómo el presunto conquistador iba a intentar intimar con una mujer de porte tan formal. Su seguro fracaso, o su desistimiento, me darían pie para ponerle un manto de duda a todas las historias que me contaba habitualmente.
    
    Minutos después la mujer pasó por la caja y, con extrema seriedad, colocó los productos sobre la mesa. El Misil la recibió con una sonrisa; ella ni lo miró. El cajero comenzó con la facturación de los productos y, al encontrarse con un termómetro digital, comenzó con su artimaña:
    
    –A ver si estudiaste, madre, ¿cuál es la mejor forma de tomarle la temperatura al bebé? –le dijo con aire ganador y con pretensiones de empleado simpático.
    
    Ella frunció el ceño y le lanzó una mirada de desprecio. Luego de unos segundos le respondió con sequedad:
    
    –Vía rectal es la forma más conveniente para tomarle la temperatura a un bebé de seis meses.
    
    Al escuchar la austera solemnidad de la respuesta no pude más que sonreír e imaginar cómo iba a gastar esas quinientas monedas. No había forma de remarla, ni con una selección de Casanovas y Tenorios. En ese momento le hubiera apostado otras mil monedas a que ni siquiera le sacaba una sonrisa. Para colmo, el bebé se puso inquieto, y ella también. Miró hacia afuera dos veces: obviamente se quería marchar rápido. El Misil se mantuvo imperturbable y como si todo ...
    ... marchara de acuerdo con su plan, le dijo:
    
    –¡Muy bien, madre, muy bien! ¿Y a un adulto?
    
    Ella calmó a su bebé, miró por tercera vez hacia el exterior con gesto de hartazgo y luego le respondió con la misma parquedad de antes:
    
    –¿Ehh?... Ahh… Axila, supongo.
    
    La mujer mostró su impaciencia apurando la transacción. El Misil le entregó el ticket junto con el cambio e inmediatamente –para mi sorpresa y la de la mujer– llevó sus manos hacia la bragueta de su pantalón. Sin dudar un instante, sacó su pija y la exhibió en frente de la dama. ¡Era tremenda pija! Mediría unos veinte centímetros, quizá más; era gruesa y estaba erguida y dura como hierro. Tenía una cabezota gordota y brillante. La madre, al verla, abrió unos ojos gigantes. Él prosiguió como si nada:
    
    –Mirá este termómetro, madre. ¿Te lo meterías debajo del brazo para tomarte la temperatura?
    
    Cualquier otro hubiera recibido una bofetada por desubicado, y hasta una denuncia por acoso; y bien merecida que la hubiera tenido. Sin embargo, la madre, luego de observar la ostentosa pija del cajero durante unos segundos, y tras escudriñar en todas direcciones, se volvió de espaldas a la caja y se levantó el vestido hasta la cintura.
    
    –No… acá –le respondió.
    
    ¡Peló el orto ahí nomás la hija de puta! ¡Terrible orto! ¡Y entangado hasta la manija! ¡Tremendo colaless bien incrustado en el ojete tenía la muy perra! Sus agraciadas nalgas al aire hicieron que la enorme verga del Misil empezara a palpitar fuerte. El afortunado ...
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