41.1 Rafael dulce compañía - Relatos Eróticos

41.1 Rafael dulce compañía

... jugar se olvidaba de lo demás. La natación resultó un relax para mi mente y un sedante para mi cuerpo, la mejor medicina que pude encontrar.

Debajo de las duchas me abrazó jugando, abrí el mando de agua fría y se separó de mí al momento saltando y soltando palabrotas. Aunque las decía en español los chicos las entendían y se reían de ellas o de sus gestos.

Me ayudó a llevar los paquetes de mis compras hasta la casa y a colocarlas en su lugar, no me dio opción a que le invitara a una cerveza, se la sirvió el mismo y se tumbó cuan largo era en el sofá.

-Déjame espacio. –le empujé para retirarle hacia el fondo, contra el respaldo, me abrazó y tiró de mi para que fuera yo el que ocupara su lugar y él quedó en el borde del sofá.

Permanecíamos uno al lado del otro con los cuerpos pegados, solamente se movía cuando quería dar un trago a su cerveza.

-Me dormiría aquí mismo, así como estoy, sin moverme para nada, me duele el cuerpo si me muevo. –cerré mis ojos y creía que me iba a dormir envuelto en el tibio calor de su cuerpo y acunado por sus ligeros movimientos.

-Comimos y luego hablamos mucho. –comenzó a explicarme sin esperar que lo hiciera, su voz me llegaba en una bruma de sueño me giré para mirarle.

-Cuéntame, estoy esperando que digas algo. –se vuelve hacia mí y su aliento con olor a cerveza me marea y embriaga.

-¡Joder! No preguntas nada, haces como si no te interesara. -parece molesto, si esperaba desde ayer que me dijera algo, pero no voy a ...

... comenzar una discusión sin sentido, en su lugar besé su naricita.

-Sí que me importa y mucho. Venga cuenta y descárgate. –volví a depositar mis labios en la punta de su nariz para animarle a que hablara sobre lo que le sucedió con Evans.

-Me lo hubiera comido allí mismo y quería no estar en el restaurante, que fuéramos a la cama, pero él nada, solo hablar y hablar, hasta que se tuvo que marchar a su trabajo, ¿pero ese tío que es?

Le miraba divertido y me hacía reír su enfado, Evans era así, sin prisas y sin dejarse llevar por sus instintos más básicos.

-Según tú, un tío que está muy bueno y al que te quieres follar.

-No es solamente follar, me gusta escucharle y lo paso bien con él, no es divertido porque es serio como un poste, pero habrá otras cosas que hacer, le tengo unas ganas locas, pero él parece un viejo sin ganas de vivir.

-Pídeselo, igual lo está deseando y no se atreve a decírtelo.

-¿Es tu amigo no?, podías haberle enseñado a ser de otra manera.

-¿Te ha contado algo de su vida pasada? -le miro escrutador.

-Sí, me ha dicho como te conoció y lo bien que lo pasabais y poco más, y ahora me vas a decir como os divertíais y lo disfrutabais tanto. ¿Cuántas veces habéis follado?

Solté una carcajada que hizo que me doliera el cuello, hice un gesto de dolor.

-Nunca, no hemos estado en la cama como tú puedas creer en ningún momento. ¿No tendrás celos? -le beso en la comisura de la boca, es delicioso lo caliente que la tiene.

-¿De ti? ¿Dices que ...