1. El gordo Lito ( Tercera y última parte)


    Fecha: 31/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    CAP. 3 Ultima parte Después que Leila fue violentada brutalmente contra natura, brotaron en ella desenfrenadas tendencias por el deleite carnal. La niña se volvió insaciable, voraz, como gozaba exhalando profusos y estruendosos gemidos de placer cuando Lito con su fibroso miembro la atoraba por atrás. Con el transcurrir del tiempo, llego el siguiente verano y el calor se hizo insoportable. La exuberante morenita ahora de diez años, lucía más apetecible que nunca y ya no veía muy seguido al gordo, debido a que este tenía ahora múltiples ocupaciones. Además, Lito, no siendo ya tan joven, había perdido el entusiasmo y la vitalidad del comienzo, pues las intensas sesiones sexuales que a diario había mantenido con la niña, habían mermado notoriamente su potencia sexual. A veces tenía que huir de la pegajosa negra quien lo seguía a todas partes con vehemente insistencia. Esta situación empezaba ya incomodar al viejo, quien temía ser puesto en evidencia. A veces solía encontrar a la mocosa con su amiga María masturbándose en el oscuro cuarto donde la desvirgó por primera vez, otras, siendo penetradas por un jovencito de catorce años al que llamaban Cotito, y con quien las niñas saciaban sus prematuros instintos sexuales. Esto para el gordo era un alivio y cada vez que se topaba con estos escabrosos cuadros, se hacia el de la vista gorda pues era bueno para Él. Solo en ocasiones el viejo se acostaba con la fogosa jovencita, quien siempre le pedía más. Lito estaba cosechando ...
    ... tempestades y ahora era víctima de su propia creación. Las cosas que vendrían más adelante estaban ya marcadas por el caprichoso destino, y los escabrosos eventos cargados de inagotables corrientes pasionales, iban afluir a raudales sin que nadie pudiera ya detenerlos. La vida tiene muy curiosas y variadas formas de resolver las cosas. Para suerte del acosado gordo y siendo este el guardián del viejo club campestre, los propietarios le ordenaron que contratara un albañil, para que se encargara de la construcción de una gran poza de concreto, pues iban a tapiar un inmenso trecho de más o menos ochenta metros de largo, para lo cual necesitarían abundante agua. Por recomendaciones de un amigo llegó para hacer el trabajo, un joven y atlético moreno de más o menos veinticinco años llamado Toribio. – Y vaya que si era un toro. – Al igual que todo pueblerino era de rústicos modales, de mediana estatura y anchas espaldas. Sin ser tan guapo tenía la frescura que da la juventud, además de una hermosa dentadura que la lucía con una contagiante sonrisa, sus manos eran enormes y ásperas. Como todo moreno, Toribio era jocoso pero de noble carácter además de obediente, al instante congenió con Lito y se hicieron muy amigos. Los trabajos se iniciaron sin demora y el mismo gordo se ofreció como ayudante para poder ganar un dinero extra. Mientras tanto en el otro extremo del inmenso club campestre, Leila a través de María había encontrado en Cotito el remplazo perfecto para saciar sus impúdicas ...
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