1. El gordo Lito ( Tercera y última parte)


    Fecha: 31/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... se andaba por las ramas. – Si ya está pal catre la mocosa, – decía el insano mancebo que con destellante mirada ruborizaba a Leila, luego le pregunto: – ¿ Cuántos años tienes ricura, ? – pronto cumpliré once años – respondió la negra, quien atrevidamente se sentó cerca de los borrachos, Estos, siguieron bebiendo ante la incitante y provocativa niña, que disimuladamente fue entrando en confianza con el joven. A medida que aquellos patanes se embriagaban, les fueron aflorando ya sin control, sus perversas tendencias. Hacía un calor insoportable por lo cual los rústicos individuos parecían veranear, luciendo solo cómodas y anchas trusas. La bella mulata solo tenía ojos para el joven y recio moreno, quien con cariñosas y perspicaces frases cargadas de doble sentido, fue enamorando y estimulando sexualmente a la petisa, quien tenía la vista puesta en el enorme bulto que notoriamente levantaba la holgada trusa del negro. Como toda niña, Leila era intranquila y de tanto en tanto se levantaba como jugando, alrededor de los ebrios sujetos, a veces el viento levantaba su ligero vestido blanco, dejando al descubierto sus enormes y rollizas piernas: Otras, de repente se sentaba bruscamente entre Lito y el negro, desparramando sus enormes muslos y dejando ver impúdicamente su calzoncito, ante el asombro del trastornado moreno, que ya de por sí, estaba completamente encendido. En tanto para El gordo esto parecía no importarle y por el contrario riendo, tuvo una idea genial, incitar la ...
    ... lascivia de ambos jóvenes para librarse de una vez por todas, del acoso de la niña, que para él ya era molesto y hasta en cierta forma peligroso. – Leila, dice Toribio que Esta enamorado de ti, y que le gustas mucho, – la preciosa mulata se abochornó sin decir nada, y cada vez que lito le hacia la comparsa al negro, esta solo atinaba a sonreír coquetamente. A medida que tomaba y hablaba las palabras del viejo se iban cargando de groseras expresiones. Lito conocía perfectamente a Leila, ya que esta, criada por una vieja tía, había crecido con muchas libertades y al andar ahora en compañía de una niña como María, estaba acostumbrada ya, a escuchar lisuras de todo calibre. El sádico gordo continuo mientras hacía un gesto con las manos: – ¿Sabías que el negro tiene una verga de este tamaño, ? – ¡ no asustes a mi novia Gordo pendejo… ja ja ja ja !– rio Toribio, mientras miraba a Leila, como avergonzada cubría su carita con sus manos a medida que se iba impregnando de erotismo. Como leyendo el pensamiento de Lito y aprovechando de que Leila se había alejado un poco, el cachondo negro preguntó casi susurrando: – Gordo ¿crees que la negra se deje coger, ? – sí, pero tienes que tener cuidado de que no te vean, llévala al almacén y ahí te la culeas. – El astuto verraco le daba la posta a Toribio, y aunque este, sospechaba que el gordo ya había disfrutado de ese culito, no tenía evidencia, pero poco le importaba y estaba también El, decidido a gozar del robusto y apetecible cuerpo de la ...
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