1. Fresita, la Lagarta, la Bicha y yo


    Fecha: 07/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... jugo de él. Ganas me dieron de meter mi cabeza entre sus piernas y lamer aquella maravilla.
    
    La Lagarta, me preguntó:
    
    -¿Nos estabas espiando, cabronazo?
    
    -Joder, señora Gloria. ¡Cómo para no hacerlo!
    
    -¿Y ahora qué? Vamos a tener que joder contigo para que no cuentes lo que viste, ¿no?
    
    -No soy tan desgraciado como para chantajear a dos mujeres.
    
    -Eso no es lo que me dice tu tranca.
    
    Mi verga, fuera del pantalón, mojada, con hierba en el capullo, estaba tiesa. La limpié y la guardé poniéndola hacia arriba. Luego, le dije:
    
    -Si no se empalmara, al ver lo que está viendo, -miré para el coño de Fresita- malo. Pero no se preocupe. Seré como una tumba.
    
    -Me alegra oír esas palabras. ¿Cómo puedo pagar tu silencio?
    
    -Si algún día quiere echar un buen polvo y no tiene con quien, me avisa.
    
    -Mayor de edad ya eres.
    
    -Hace tiempo que lo soy.
    
    -¿Quieres saber la verdad, Flacucho?
    
    -Claro.
    
    -Cachonda como estoy, y con ese carallazo que tienes, te follaría ahora mismo, pero te quiero para mi solita. Ya te avisaré. Te voy a sacar leche hasta de las orejas.
    
    -Esperare ese día con impaciencia.
    
    Me fui... Llevé la burra lejos de allí a apastar... Como Fresita no sabía nada de que las viera, supuse que La Lagarta le enseñaría a comer coño, pero esto ya son suposiciones.
    
    Me olvide decir como era yo en aquellos tiempos. Era un joven de estatura mediana, ojos castaños y grandes, con melena. Mis pectorales se marcaban en la camiseta, y mis bíceps y tríceps ...
    ... causaban envidia, aunque me seguían apodando El Flacucho. Este cuerpo serrano lo consiguiera con un curso por correspondencia de CEAC. Mandaban una serie de ejercicios cada mes, diez, creo recordar. En fin, que le gustaba a muchas mujeres, aunque sólo una prima mía y Elvira vieran la tranca que gastaba, que si lo llegaran a saber más mujeres, habría follado yo más que el Tenorio de Zorrilla. Aunque lo que me pasó a mi no le pasó a Don Juan. No sé si contarlo. Bueno, va, lo cuento, y lo cuento porque Elvira descubrió mi lado gay.
    
    Fue un día de primavera. Había ido a casa de Elvira, una mujer que llegara al pueblo un mes atrás. Elvira era una cuarentona, casada, pelirroja, de ojos azules, espigada y con un cuerpazo... Fui a escribirle una carta para su marido, que estaba en Alemania, ya que ella era analfabeta. A Elvira la apodaban La Viuda Negra. Bruno, su marido actual, era el quinto de la "lista". Corría el rumor de que a los otros cuatro los matara a polvos y que Bruno se fuera para Alemania porque le cogiera miedo...
    
    Ese día encontré a Elvira cambiada. Su perfume era fuerte y excitante. Se había puesto sexi para mí, pues así no iba oliendo al ir a lavar al rio o a comprar a la tienda, ni llevaba puesto aquel vestido rojo, con estampado de flores azules, apretado al cuerpo, con un escote que quitaba el hipo, y que le daba por encima de las rodillas de sus preciosas piernas.
    
    Mientras me dictaba la carta le miraba descaradamente el escote de su vestido, un escote tan ...
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