1. Fresita, la Lagarta, la Bicha y yo


    Fecha: 07/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... generoso que se le veían la mitad de sus enormes tetas... Al acabar de escribir la carta, ponerle el remite y la dirección en el sobre y de cerrarlo, Elvira, puso sus manos sobre la mesa, se inclinó, mostrando, adrede, la tercera parte de sus preciosas tetas, y me preguntó:
    
    -¿Quieres que te corte unas lonchas de jamón, Quique?
    
    Mirándola a las tetas sin cortarme un pelo y tuteándola, le respondí:
    
    -Si tienes pan y vino para acompañarlas, adelante.
    
    -Eso no se pregunta. ¡Será por pan y vino!
    
    Por el pan y el vino no fue. Elvira puso encima de la mesa una bolla de pan y una jarra de vino tinto de dos litros, además de una fuente de lonchas de jamón. Le pregunté:
    
    -¿No me acompañas?
    
    -¿No te gusta comer solo?
    
    -No.
    
    Elvira, La Viuda Negra, puso otra taza sobre la mesa, se sentó, la llenó de vino y la bebió de un trago. Parte del vino le cayó sobre las tetas. Le dije:
    
    -Te cayó vino en las...
    
    -En las tetas.
    
    -En las mismas.
    
    -Ya lo sé. ¿Me las limpias?
    
    Me tiré a tumba abierta.
    
    -¿Con la lengua?
    
    -O con la polla, con lo que quieras.
    
    Aquella mujer quería mi tranca dentro de su coño y yo se la iba a meter. Me levanté, fui a su lado y le limpié el vino de las tetas con la lengua. Me echó la mano al paquete. Le gustó lo que palpó. Llenó otra la taza de vino tinto, la vació entre las tetas, y me preguntó:
    
    -¿Sabes hasta dónde me llega?
    
    Le metí un morreo de los buenos, y después le dije:
    
    -Hasta el coño.
    
    Se levantó, me dio un cachete en ...
    ... el culo, sonrió, y me dijo:
    
    -Sígueme.
    
    La seguí a su habitación. Elvira se desnudó. Sus tetas, algo decaídas, eran espectaculares con areolas casi negras y enormes, gruesos y largos pezones. Las bragas las tenía manchadas de vino tinto. Las quitó y vi un coño que parecía la Selva Pelirroja. Me puse en pelota picada, la empujé sobre la cama, y con la verga tiesa, iba entrar a matar. Me detuvo.
    
    -Cómeme el coño primero.
    
    Le comí el coño. Cuando estaba a punto de correrse, me dijo:
    
    -Ahora sí, ahora quiero esa tremenda verga dentro de mi volcán.
    
    Se puso a cuatro patas sobre la cama y se la clavé en el coño. Le entró justa. Al ratito, me dijo:
    
    -Coge la manteca en el cajón de la mesita de noche.
    
    ¿Qué diablos hacía la manteca en aquel lugar? En fin, saqué la verga de coño empapada de flujo. Abrí el cajón de la mesita de noche y cogí la manteca. Con la manteca en la mano, la muy zorra, me dijo:
    
    -Dámela, y ponte a cuatro patas que te voy a comer el culo.
    
    Aquello era raro, raro, raro, en vez de chuparme la verga me iba a comer el culo. Me puse a cuatro patas y la dejé hacer. La Viuda Negra, se puso detrás de mí, untó las manos con manteca. Me cogió los cojones, y acariciándolos deslizó la otra mano por mi verga empalmada. La agarró, tiró de ella hacia atrás y comenzó a ordeñarme. Sentí su lengua lamer mi ojete, y acto seguido follármelo con ella, luego su dedo medio entró en mi culo. Me gustaba, mejor dicho, me encantaba que me desvirgara. Quitó el dedo medio ...
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