1. Fresita, la Lagarta, la Bicha y yo


    Fecha: 07/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... iba a arriesgar. Si se corría una sola vez, lo más probable es que después de disfrutar no quisiera seguir. Paré de zumbarle. Le bajé la cremallera, le abrí el corchete del sostén, le lamí una oreja, y le pregunté:
    
    -¿Alguna vez te corriste dándote por el culo?
    
    -El culo es para cagar, cochino.
    
    -¿El coño es solo para mear?
    
    -Es diferente.
    
    -Sí, al follarlos se siente diferente. ¿Te folló tu marido el culo?
    
    -No, ni creo que tú puedas calentarme tanto como para que te deje encularme.
    
    Se sentó de nuevo en la hierba. Quedó desnuda de medio cuerpo para arriba. ¡Joder con la Bicha! Tenía unas tetas que parecían melones. Mis manos se posaron en aquellas maravillas con areolas marrones, grandes como rosquillas, coronadas con unos pazones, gordos, deliciosos. Las tetas estaban esponjosas. La Bicha se echó boca arriba sobré la hierba. Le magreé, las tetas, las lamí, las chupé. Bajé mi mano, le quité las bragas. Entré en el paraíso peludo y mojado. Le metí dos dedos. La masturbé. Mis dedos chapoteaban en su jugo. Estaba demasiado caliente. Sus gemidos eran escandalosos. Al ratito, La Bicha, me dijo:
    
    -Me corro, Flacuchim, me corro. ¡Me coorro!
    
    La besé. Sentí como su coño apretaba mis dedos. Después, abriéndose y cerrándose, y mientras me chupaba la lengua, gemía y temblaba, me llenó la palma de la mano con el jugo de su corrida... Saqué los dedos, y sin perder tiempo para que no se enfriase, metí mi cabeza entre sus piernas. ¡Qué coño tenía! Grande y abierto, con ...
    ... los labios hinchados y rodeado de una tremenda mata de pelo negro, en la que en la parte superior se alzaba, orgulloso, un monumental y erecto clítoris que estaba fuera del capuchón. Lamí aquel delicioso coño, empapado, aun latiendo. Llevé mi mano a su boca y dejé caer el jugo que quedaba de su corrida sobre ella... La Bicha lamía la palma de mi mano y yo chupaba su inmenso clítoris cuando sentí su voz. Parecía un susurro:
    
    -Aaaay.
    
    La bicha hizo un pequeño arco con su cuerpo. De su coño comenzó a salir de nuevo jugo que bebí mientras mi polla latía como el corazón de un caballo desbocado. ¡Pedazo de corrida echó! Yo ya había tragado unas cuantas corridas, pero aquella me dejó harto para un mes, y a La Bicha, fuerte como era, media muerta.
    
    Echada sobre la hierba, la besé sin lengua, la miré a los ojos, y le dije:
    
    -Te ves exultante
    
    -Lo estoy. Es la primera vez que me corro dos veces seguidas, Flacucho.
    
    -¿Te quieres correr otra dos?
    
    -Sí.
    
    Entre besos nos acaramelamos un poquitín. Al ratito me preguntó:
    
    -¿Subes?
    
    -Mejor ponte a cuatro patas.
    
    Me preguntó, extrañada:
    
    -¡¿Cómo la burra?!
    
    -¿Es que nunca follaste así?
    
    -A cuatro patas, no. Yo siempre follé panza arriba los veinticinco años que llevo casada.
    
    -Esa es la posición del misionero.
    
    -Ya lo sabía, y a cuatro patas, ¿qué posición es?
    
    -Se le llama la posición del perrito.
    
    -Pues habrá que probar... ¡Un momento! Tú lo que quieres es darme por el culo.
    
    -Sólo si tú quieres.
    
    -Ya ...