1. Historia del chip (045): Nuevas normas (Enko 004)


    Fecha: 09/02/2018, Categorías: Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... ni movió las manos de atrás. Quería cumplir al máximo y más después del orgasmo inapropiado. Se quedó medio tumbada entre los dos sofás, una pierna a cada lado. Inmediatamente cada muslo fue acariciado y sobado. Los hombres nunca perdían en el tiempo.
    
    *__*__*
    
    Mientras Nadia se quedaba en el club para seguir su entrenamiento, Enko voló a Nueva York. Trudy estaba tan cariñosa que lo llenó de baba, con la lengua enroscada cultivando las zonas eróticas. Se había desnudado en cuanto le abrió la puerta y, sin dudarlo, le quitó los pantalones e hizo que se corriese en su boca.
    
    —Sabía que el cinturón funcionaría —señaló contento después de la corrida. Trudy le dio un codazo de protesta.
    
    —Eres un cabrón —señaló, aunque estaba claramente contenta.
    
    Enko notó un cambio en ella. Y el hecho de que se hubiera preocupado por él antes que pedirle que le retirase el cinturón y la penetrase era un avance.
    
    —No me provoques, ya he tenido bastante con el vuelo. Te he traído un nuevo juguete, que quiero que lleves siempre en casa siempre que no esté el cinturón colocado.
    
    —¿Qué es? ¿Un consolador? —preguntó esperanzada.
    
    —No. Unas esposas. Es una condición no negociable.
    
    Trudy quería un orgasmo antes que nada, pero ya sabía quién tenía la sartén por el mango. Puso las manos a la espalda y dejó que Enko la esposase. El tacto del frío metal la hizo estremecerse. Enko la abrazó y aprovecho para sobarla un poco.
    
    —Me gusta estar así, Trudy. Es algo sensual.
    
    —A mí también, ...
    ... Enko. ¿Vas a quedarte unos días?
    
    —Si quieres… vamos a quitarte el cinturón, quiere verte desnuda.
    
    Sacó su llave y en cuanto la acercó el cinturón se abrió. La llevó a la ducha y comprobó que no hubiera nada erróneo. Después estuvo enjabonándola.
    
    —Ni se te ocurra tener un orgasmo sin permiso —dijo con crueldad, sabiendo que no era posible debido al chip.
    
    Trudy le sacó la lengua, jugando al mismo juego.
    
    —Ya te conozco, amo. Estoy esperando.
    
    —Bien. Vamos a ir a comer algo, unas horas más no te harán daño.
    
    —¡Enko! —protestó Trudy, sin demasiada convicción. Ya empezaba a acostumbrarse a los juegos de su amante. Y, sin querer admitirlo, le gustaban un poco. El sexo era mucho mejor desde que estaba con él.
    
    —¿Dónde guarda tus faldas? Quiero que te pongas la más corta que tengas.
    
    Trudy sabía lo que quería. Se la puso por encima, justo delante.
    
    —Es muy, muy corta.
    
    —Es perfecta.
    
    Trudy se la introdujo por los pies y tiró de ella hacia abajo cuando la colocó en las caderas, tratando de tapar un poco más.
    
    —Gírate.
    
    Trudy sabía porque se lo pedía. La falda tenía algo de vuelo y lo único que la salvaba es que era de cuero, lo que hacía que no se moviese tanto. Con la rotación la tela se elevó ligeramente. Destapando lo que había debajo.
    
    —Quiero que te compres más faldas como esta.
    
    Trudy asintió, pensativa. Iba a pasar frío en Nueva York con ese atuendo. Y todos los mirones iban a disfrutar.
    
    —Vamos. Quiero ir a un sitio antes de cenar.
    
    —¿Y ...
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