1. Yo y mi circunstancia


    Fecha: 15/06/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Evamar, Fuente: CuentoRelatos

    Tengo 42 años, cumplí recientemente 10 años de casada con mi marido que tiene 45. Tenemos un hijo de 8 años.
    
    Por razones de trabajo mi marido sale de viaje de martes a viernes. Lleva así un par de años, pues aceptó esta propuesta a condición de mejorar sus perspectivas profesionales y económicas. Yo me dedico al hogar, además de llevar a mi hijo al colegio, ayudarlo en las tareas y llevarlo al Taekwondo dos días a la semana. Como tengo tiempo libre, aprovecho para asistir al club y hacer ejercicio y reunirme con mis amigas o mi familia.
    
    Que mi marido esté de viaje parte de la semana no me afectó pues no eran muchos días. Más bien al contrario, nuestra relación de fortaleció en todos sentidos. En el plano íntimo mejoró sustancialmente pues el hecho mismo de no estar juntos cuatro días a la semana contribuía a que nuestras relaciones fueran con más deseo por esperadas. Por ejemplo, el viernes que llegaba, según el itinerario del viaje, lo esperaba con un mensaje explícito, si ya estaba dormida, desnuda y si estaba despierta vestida lo esperaba con una rica cena pero con una falda corta o vestido corto, con o sin ropa interior. El caso es que lo esperaba con gusto y él, aunque cansado, aceptaba con gusto mis insinuaciones, por lo que las relaciones eran frecuentes cada fin de semana y muy satisfactorias. Así llegará muy noche o de madrugada teníamos relaciones. Sin embargo, había ocasiones en que los días en que no estaba me quedaba con más deseo, no insatisfecha pero sí ...
    ... con el deseo a flor de piel; sobre todo, en ciertos días, por ejemplo, en mis días fértiles, en que me sentía demasiado golosa. Vivo en un lugar donde hace calor, cerca del mar, la vestimenta es veraniega, uso vestidos y faldas cortas o bermudas o shorts. Mi naturaleza es coqueta, extrovertida, siempre sonrió y miro a los ojos a las personas, lo que provoca que envié mensajes que se malinterpretan, sobre todo con los hombres, ya sea por cómo me visto, mi sonrisa o simplemente mi forma de ser, pero tampoco soy una mujer fácil ni me dejo impresionar tan fácilmente ni ando buscando aventuras. Tampoco caigo en la vulgaridad. Sé de mi situación de mujer casada y de las consecuencias que puede provocar una mala decisión. El caso es que considero que estoy en un muy buen momento de mi vida, en la que me siento muy bien. No somos ricos pero no tenemos problemas económicos, mi hijo todavía es pequeño y controlable. Me siento y estoy joven; bien conservada, sigo atrayendo las miradas de jóvenes y señores, pues soy alta, delgada, trigueña y trato de disfrutar cada momento.
    
    En uno de esos días en que me sentía así, es decir, en mis días fértiles, repito, golosa, sensual y sexual, coincidió en que fui a llevar a mi hijo al Taekwondo. Su maestro es un joven, como de 35 años, obviamente con buen cuerpo y bueno, esa vez por las rutinas que se hicieron se quedó con el torso desnudo y me llamó la atención su musculatura y no dejé de mirarlo. Él es muy atento y respetuoso, pues además esa es ...
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