Yo y mi circunstancia
Fecha: 15/06/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Evamar, Fuente: CuentoRelatos
... detrás y se pegaba a mi cuerpo, me decía al oído: “tranquila” “no pasa nada”, y juntaba su cuerpo al mío. Yo llevaba un vestido rojo, más o menos largo, pero ajustado, lo que hacía que resaltaran mis caderas y mi trasero. Se me acercaba más y más y empecé a sentir su miembro en mis nalgas. La gente se apretujaba y nos reíamos como idiotas. Sentí como iba creciendo su miembro y como lo frotaba contra mis nalgas y me decía al oído: “no me digas que no te gusta”, yo le respondía que no, que no me gustaba, pero le hacía el juego, pegaba mi trasero más hacia él y movía mis caderas de repente. Finalmente entramos al bar-disco, mucho ruido, un poco oscuro y pedimos algo de tomar.
Le volví a decir que solo unos momentos y nos íbamos. Me dijo que solo tomáramos un trago y bailáramos una melodía. Supuse el porqué. Así lo hicimos. Bailamos una canción romántica y me apretó hacia su cuerpo. Sentía sus brazos fuertes como rodeaban mi cintura y sobre todo, sentía como pretendía acercarme su miembro. Yo me retiraba un poco y luego me le pegaba. Me quiso besar pero lo rechacé. Le dije que ya teníamos que retirarnos. Aceptó. Salimos y nos dirigimos al elevador. Me invitó a su cuarto, le dije que no, sobre todo cuando me dijo el número de cuarto, el cual estaba junto al mío. Subimos en el elevador y me dijo que le diera una oportunidad. Lo sentía excitado. Lo miré a los ojos y luego volteé a mirarle de reojo su miembro, totalmente erecto. Yo ya estaba un poco mojada y ciertamente excitada. ...
... Le dije que sí, pero que no debía. Además de que mi esposo me estaba esperando.
Llegamos al piso en que estaban nuestros cuartos y nos despedimos con un beso en la mejilla, y en ese momento me dio una tarjeta de su cuarto y me dijo susurrando: “Te espero mañana temprano, como a las siete de la mañana, nadie sospechara”. (La competencia era a las 11: 00 hs., pero con el desayuno y demás, apenas había tiempo).
Llegué al cuarto, mi hijo ya dormía y también mi marido, quien despertó cuando llegué. Me duché y después me fui a dormir. No dejaba de pensar en lo sucedido, en lo que había hecho. Ya no sabía si ir a sus cuarto al otro día temprano o no. Dormí poco. La curiosidad se apoderaba de mí. Me desperté a las seis y media. Me volví a duchar. Mi esposo todavía dormía. Me puse unos shorts y una playera, y le dije al oído a mi esposo que iría hacer un poco de ejercicio al gimnasio del hotel. Él sólo asentó. Bajé al gimnasio, como coartada, por cualquier cosa. No había casi gente: hice bicicleta unos minutos y subí nuevamente al piso.
En el elevador seguía dudando. Llegué al piso y tomé la decisión: me dirigí a su cuarto y abrí la puerta con la tarjeta. Escuché el ruido del agua de la ducha. Se estaba bañando. Me senté a la orilla de la cama. Salió en una bata blanca, de las que dan en los hoteles; me vio y se sonrió como nuca antes lo había visto. Supongo que yo también. Me dio sus manos y yo le di las mías para levantarme y me abrazó, dejé que me abrazara. Me besaba en el ...