1. Sombras de un diario (II Parte)


    Fecha: 05/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Esteban Jonás, Fuente: CuentoRelatos

    ... energías en su cuerpo a causa de la hambruna, es un dulce sueño que se va apoderando de ellos hasta unirlos con la muerte. Yo estaba así, sumergiéndome en ese oscuro descanso. A Pelusa lo tenía en mi pecho, el pobre estaba como yo, con ganas de dormir. Había decidido, como escribí anteriormente, dejar que la oscuridad llegara para ir por aquellos mangos que estaban en el suelo, con la esperanza de que esos frutos no fuesen una trampa para ser casado por una tribu de caníbales.
    
    Me había quedado profundamente dormido, como si me hubiesen dado en un interruptor con la palabra “off”. Mis instintos de supervivencia dejaron de estar alerta. Empecé a soñar con cosas que no tenían sentido, en mundos surrealistas y, en medio de esos sueños empecé a sentir los fuertes chillidos de Pelusa. No me podía levantar, estaba totalmente paralizado, los empecé a ver; a ellos. Pensé al principio que se trataba de una pesadilla más de la que no me podía levantar.
    
    Mientras me esforzaba por despertarme, me vi a mi mismo acostado con los ojos abiertos, siendo devorado por ellos. Los chillidos de Pelusa aumentaron en intensidad. Grité, grité muy fuerte, “¡Ahhhhhhh!”, y no sé si grité en mi mente o en la realidad, lo cierto fue que, tomé las pocas energías que me quedaban y abrí mis ojos, sentí que algo empezaba a recorrer mi pierna. Era una gran serpiente, di un gran respingo y ella me mordió en la pierna, causándome un agudo dolor. La luz de la luna me permitió visualizarla, era una gran ...
    ... tragavenado de unos dos metros de longitud. Me impresionó que la boa no huyera de mí, sino que se enrolló y emitió un rugido aterrador que me hizo helar. Su cabeza estaba en mi dirección. Tomé mi machete y lo levanté para cortar su cabeza, pero con impresionante rapidez intentó morderme otra vez, pero mi filosa arma le había hecho una moderada cortada cerca de su cabeza. Había Quedado herida, pero aún seguía defendiéndose, más no con la misma intensidad, hasta que en un segundo intento logré cercenar su cabeza, su cuerpo alargado siguió moviéndose por los impulsos recorriendo todo su sistema nervioso.
    
    Tomé la tragavenado y me fui de ese lugar. Me adentré más al desolado monte, intentando así alejarme de los peligros. Llegué a un conjunto de enormes piedras de color oscuro. En ese lugar, saqué de mi mochila, la madera de la mesita de noche, hice una fogata y empecé a hervir agua, allí cocinaría la boa. También lavé la herida de mi pierna con una solución de agua y cloro.
    
    Desollé al animal. Saqué sus vísceras y las enterré para evitar que las alimañas vinieran a mí. La piel la froté con abundante tierra del lado interior para quitarle restos de carne y sangre, necesitaba lavarla pero no podía gastar mi agua. Luego rebané la carne blanca y maciza de la serpiente. Devoré dos grandes pedazos crudos y, sentí inmediatamente como las energías volvían a mí, cerré los ojos de placer por comer un alimento cargado de calorías y vitaminas, sentí su sabor agradable. Pelusa también devoró ...
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