1. Desde que tengo memoria quise follar a mi tía Isabel


    Fecha: 07/03/2018, Categorías: Incesto Autor: Kralik, Fuente: CuentoRelatos

    Hace tiempo concurrí con mis padres al cumpleaños de mi tío Mario.
    
    La idea de mi tío era que concurriera con mi novia, pero esta a último momento tuvo un problema familiar que le impidió acompañarme y tuve que resignarme a una forzosa y aburrida soledad.
    
    Pero por otra parte no era algo tan funesto. Estar solo me permitiría disfrutar a destajo mirando a mi tía Isabel que sin dudas estaría espléndida una vez más.
    
    Porque desde que tengo memoria quise follar a mi tía Isabel.
    
    Tan antiguo era ese sueño, que puedo decir sin lugar a dudas que sus piernas fueron mi primer objeto de deseo.
    
    Les cuento.
    
    Isabel, por ejemplo, se ha caracterizado siempre por vestir sus piernas con finas medias especialmente elegidas para realzar la monumental belleza de las mismas.
    
    ¿Cómo describirlas?
    
    Son perfectamente torneadas y su longitud se acrecienta por esos zapatos de excelente gusto y fino tacón que invariablemente utiliza.
    
    A veces utiliza medias negras, otras veces las elige blancas, y los zapatos son siempre al tono como una exuberante muestra de buen gusto.
    
    Probablemente conocedora de su estética, las faldas menos osadas le quedan unos 10 centímetros por sobre sus rodillas. Y sus camisas o vestidos son entallados para que los tipos como yo puedan soñar con los senos redondos que cobijan.
    
    Isabel es rubia, muy rubia. Su pelo cae hasta los hombros y acompaña todos sus movimientos con una gracia cautivadora.
    
    Y ahora, a los 40 años mi tía política es una ...
    ... verdadera hembra que merece vivir para ser follada sin descanso.
    
    Pero claro. Yo solo tengo 20 años y encima soy su sobrino por lo cual Isabel fue siempre un objetivo inalcanzable.
    
    Recuerdo que cuando la vi por primera vez no pude resistir soñar con ella en la soledad de mi cama. Fue una obsesión enfermiza.
    
    En cuanta reunión familiar hubiera no podía despegar mis ojos de ella. Y mis novias siempre fueron malas copias de su imagen y semejanza. Claro, no existiría otra igual por más que me esforzara en buscarla.
    
    Pero volvamos a la fiesta de cumpleaños de mi tío.
    
    Les decía que, completamente abandonado a la soledad, no me quedó más remedio que sentarme en un lugar apartado del bullicio para beber sin perder detalle.
    
    Habría unos cien invitados y la gran casa estaba decorada con esmero para hacer de la fiesta algo inolvidable.
    
    Una casa grande, de dos pisos, con jardín y piscina, toda ella construida para ser disfrutada en fiestas como esa.
    
    ¡Y las mujeres! ¡Que mujeres! Estaban verdaderamente atractivas a pesar de su mediana edad. Es que las mujeres se refinan con la edad. Y para mi gusto, el refinamiento es más valioso que la juventud.
    
    Pero de todas ellas, mi tía Isabel se llevaba lejos las palmas.
    
    Desde mi sitio preferencial, que me permitía observar todo pasando inadvertido, no quitaba los ojos del cuerpo de Isabel. Esta vez se había pasado con esa falda ultra corta. Y como hacía calor, llevaba sandalias de tira muy fina y tacón aguja que me calentaban ...
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