1. Desde que tengo memoria quise follar a mi tía Isabel


    Fecha: 07/03/2018, Categorías: Incesto Autor: Kralik, Fuente: CuentoRelatos

    ... doblemente porque me imaginaba chupándole dedo a dedo sus uñas prolijamente pintadas de color rojo.
    
    Al principio todo muy formal. Saludos, charlas de grupos, en fin, lo usual.
    
    Me acomodé con un whisky como quien espera ver Inglaterra-Argentina por Tv en directo desde Wembley instalado en el salón de su hogar.
    
    Más tarde empezó el baile.
    
    Y merced el tiempo pasaba, la fiesta se hacía cada vez más loca en la medida que el alcohol corría como un río desbocado en las gargantas de los invitados.
    
    Segundo whisky.
    
    Mi tío Mario era uno de los que más daba señales de que su borrachera esa noche alcanzaría niveles estratosféricos.
    
    Isabel solo bebía champagne del mejor. Una vez había escuchado de sus labios que era la única manera de evitar las incomodidades del día después.
    
    Todos bailaban frenéticamente y sus movimientos cargados de alcohol eran cada vez más desprolijos.
    
    Noté que algunas mujeres perdían la línea, porque de tanto en tanto me regalaban un involuntario vistazo de sus senos escapándose de breves vestidos sin sujetador.
    
    Otras se dejaban manosear por sus acompañantes emitiendo como única oposición una risa descontrolada y permisiva.
    
    Hasta mi tía, por un instante, encendió mi polla al mostrar una braguita hilo dental blanca profundamente metida dentro de sus durísimos y redondos muslos, cuando un invitado, que no era mi tío Mario, la acarició sin vergüenza.
    
    Y mi polla creció aún más cuando noté que a consecuencia de esa acción, la cara de ...
    ... mi tía se transformaba en la de una vulgar puta en celo.
    
    Eso para mí fue una señal para rechazar mi tercer whisky. Porque de pronto comprendí algo:
    
    Si podía mantenerme sobrio para cuando todos en el lugar sucumbieran, tal vez obtuviera más que una solitaria y monumental paja recordatoria del evento.
    
    Así que esperé. Y con mucha paciencia china, seguí mirando.
    
    Pasaron unas dos horas y noté que algunas parejas ya se metían mano sin descaro en sitios oscuros.
    
    Otras se marchaban de la fiesta tan calientes que era fácil predecir que follarían en el auto antes de llegar a destino.
    
    No los aburriré con detalles.
    
    Ya entrada la madrugada, mi tío Mario dormía patéticamente la mona en un sillón con el brazo estirado y sin soltar de su mano una botella semivacía de ron. Un rato más tarde, la música se apagó y ningún invitado, excepto yo, quedaba en el ya silencioso lugar.
    
    De pronto caí en cuenta que mi tía Isabel tampoco estaba en la habitación y me levanté de mi sitio para buscarla.
    
    Recorrí sin suerte tres o cuatro habitaciones y la cocina quedándome solo por buscar en el jardín al que salí despreocupadamente.
    
    Solo unos pasos más allá de la puerta, una visión me dejó paralizado.
    
    Mi tía, de rodillas, mamaba la polla de un hombre al que reconocí de inmediato como el que le había echado mano durante la fiesta.
    
    Ella estaba significativamente borracha. Mamaba como todo hombre desea que una hembra se la chupe. La tragaba completa en su garganta. El hombre, ...