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El secreto de Rita Culazzo
Fecha: 09/03/2018, Categorías: Grandes Relatos, Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... miedo de que despertara o de que algún desvelado me viera. Y allí no aguanté más, tenía la pija que explotaba y salí disparado al baño a descargarla. Cuando regresaba a la habitación me encontré con una sorpresa: mi primo Lautaro estaba parado en la entrada mirándole el culo a mi vieja mientras se manoteaba el bulto por encima del pantalón. Estaba como estúpido, seguramente la voluptuosidad de mi señora madre era demasiado para él. Cuando advirtió mi presencia se hizo el desentendido. Me saludó y se metió al baño, obviamente a hacerse terrible paja. Yo entré a la habitación, le miré el ojete a mi vieja por enésima vez y comprendí al pobre Lautaro. Es que mamá estaba irresistible. Así que tuve la precaución de no reiterar mi descuido y la tapé con la sábana para evitar la tentación de otros que pudieran pasar por ahí… y la mía. A media mañana me desperté y volví a encontrar intrusos. Esta vez era mi primo Daniel, el hermano mayor de Lautaro. Estaba con la pija afuera y parado al lado de la cama de mi madre, que se había destapado. El atrevido le estaba manoseando el culo con una mano mientras que con la otra se hacía flor de paja. Ella parecía estar en un sueño tan profundo que ni se enteraba de este hecho. El hijo de puta estaba haciendo lo que yo no me había animado. Terribles manotazos en el orto le metía. Le hundía los cachetes con todas las ganas. Su mano, que no era chica, no llegaba a abarcar ni la mitad de una nalga de mi vieja. Tal era el trance en el que ...
... estaba el tipo que ni siquiera advirtió que yo lo estaba observando. Entonces comencé a desperezarme como si todavía no lo hubiese visto y recién allí fue que se alarmó. Se fue corriendo pija en mano, seguramente a descargarla en el baño como antes lo habíamos hecho su hermano y yo. Tremenda pija tenía el hijo de puta. Tras comprobar que mi vieja estaba fulminada, pensé que esa era mi oportunidad para tocar –por fin– su ojete divino. Pero justo cuando me disponía a tirar el primer manotazo amagó a despertarse: giró su cuerpo, balbuceó alguna cosa y luego siguió durmiendo. Yo tuve miedo de que justo despertara y encontrara mi mano en su nalga, así que volví a taparla y me dormí hasta a las dos de la tarde. Cuando me levanté la familia estaba reunida en el patio dispuesta a comer un asado. El almuerzo fue tan largo que prácticamente se transformó en cena. Tanto fue lo que tomamos que a eso de las diez de la noche ya estábamos todos bastante ebrios. Por esas horas mi madre andaba desaparecida y se me ocurrió buscarla. Entonces comencé a recorrer uno por uno los múltiples ambientes de la gran casa. Recién ahí noté lo grande que era. Cuando estaba por entrar en la cocina escuché a mis dos tías conversando por lo bajo. Estaban las dos en pedo. Me pareció que hablaban de mi madre, así que me quedé escondido tras la puerta y afiné el oído para escuchar qué decían. Confieso que hubiera preferido no haber escuchado nunca esa conversación. La primera sorpresa fue enterarme de que ...