Del primer beso, a una inolvidable cogida
Fecha: 10/03/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
El recuerdo que tenía de María del Carmen, era aquel del primer beso que le di a una chica. En mi memoria estaba la niña pequeña, con ojos oscuros y redondos, piel clara, cabellera lacia y larga cubriendo por total su espalda, sonrisa maliciosa y siempre vistiendo la misma falda a cuadros y su blusa blanca que eran el uniforme de la escuela católica donde estudiábamos. Debo decir que, aunque estudiábamos en la misma escuela, aquella era dividida entre los dos géneros y la única oportunidad de comunicarnos con las muchachas, eran a través de una tela metálica durante el recreo.
Creo que ambos nos caímos bien desde que nos vimos, fue como una especie de gustarnos a primera vista. María del Carmen fue quien tomó la iniciativa al enviarme una nota clandestina con una de sus amigas a través del cerco que nos dividía: Sabes, no sé tu nombre, pero me gustas. – Algo así decía la nota. María del Carmen eran dos años mayor que yo, pero solamente iba un grado adelante de mí, pero según, ella siempre pensó que yo era mayor que ella por mi altura. Yo cursaba mi sexto grado y en ese tiempo yo tenía apenas 11 años. Carmen cursaba el séptimo, y rondaba los 13, y a esa edad las mujeres desarrollan mucho más pronto que nosotros los hombres.
Nos hicimos amigos a través de nuestras pláticas divididas por el cerco, hasta el día que a Carmen se le ocurrió pedirme que le regalara un beso: ¿Me regalas un beso? -dijo. Todos los demás chicos estaban atentos y más que todo, las amigas de Carmen ...
... comenzaron a vitorear y a cantar al unísono: Ya son novios, Carmen tiene novio. Nos mirábamos todo el tiempo en el mismo lugar, pues los lugares más privados ya estaban ocupados por parejas mayores y se les debía de respetar su señoría por su tiempo en la escuela. Bueno, así pasamos en darnos besos todas las mañanas y algunos fueron como esos largos de telenovelas, donde quedábamos enredados con nuestras infantiles lenguas a pesar de la tela metálica que nos dividía.
Un buen día, mi madre llega con la sorpresa que el siguiente día emigramos para USA. Ella ha venido trabajando en este plan por meses y debido a la inestabilidad política en nuestro país, aquel día fue la primera vez que me subo a un avión y no me he despedido ni de mis maestros, ni de mis amigos; tampoco pude despedirme de María del Carmen. Nunca le escribí, pues tampoco supe donde vivía.
Por aquellos días mi madre comenzó a trabajar con Caridades Cristianas, pero también era consejera de la escuela cristiana donde yo estudiaba junto con mi hermana. Así que mi madre siempre estuvo envuelta ayudando a gente que inmigraban al país, se involucraba en negociar visas para estudiantes a través de contactos con la embajada, y de esa manera siempre en casa teníamos huéspedes que pasaban días e incluso semanas mientras se estabilizaban o encontraban el lugar apropiado para ellos. La mayoría eran muchachas entre la edad de 16 a 21 años, entre esa edad de preparatoria y el inicio de la universidad.
Para mi sorpresa ...