La Mina
Fecha: 15/03/2018,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... retrocediendo. Cuando yo hacía muestras de dolor retrocedía y volvía a avanzar lentamente. Fue un proceso largo que duró más de media hora, de a poco me fui adaptando, cuando sintió que me relajaba comenzó a bombear suavemente, dejando en ese momento de masturbarme. Empecé a disfrutarlo, sus manos acariciaban mi espalda y nalgas, hasta que finalmente tomandose de mis hombros dio una última estocada y eyaculó dentro mío, al mismo tiempo mientras se sacudía de placer volvió a tomar mi pene que seguía erecto y con unos rápidos movimientos me hizo llegar a mí también. En ninguna de mis experiencias con mujeres tuve un orgasmo semejante, fue un placer inmenso. Aún se quedó dentro mío unos instantes moviéndose mientras su pene se achicaba y me seguía acariciando. Nos acostamos muy apretados, me abrazó y nos dormimos.
Desde esa noche tuvimos sexo todas las noches, me fue enseñando a darle placer, lo hicimos en distntas posiciones, pero nunca dejó de ser suave y gentil y de hacerme disfrutar a mí también. Yo había dejado de plantearme que estaba actuando como un putito, pensaba que no tenía remedio que aceptarlo y que en pocos días esto se terminaría y volvería a mi vida. Por otro lado debo confesar que lo disfrutaba.
De a poco mi hizo ir tomando parte cada vez más activa. Era evidentemente que no le gustaba forzarme, pero me fue llevando a hacer cosas que no hubiera imaginado. Empecé a aceptar y disfrutar sus besos en mi boca, con su lengua recorriendo la misma. La posición ...
... que más le gustaba era acostarse boca arriba y que yo me sentara e introdujera su pene. Cuando llegaba a su orgasmo, me hacía quedar así y comenzaba a masturbarme y eyacular sobre su vientre. Muchas veces volvía a tener una erección y lo volvía a cabalgar. Mis sentimientos por él habían ido cambiando y empezaba a sentir cariño o algo parecido al amor. Una noche para probarlo le dije que estaba cansado y que no quería hacer nada. Sumisamente se acostó en su cama y me dejó en paz. A la mañana sigueinte lo premié con la mejor mamada y cabalgada que le había dado hasta el momento.
Finalmente el día en que venía el camión llegó. Yo estaba decidido a irme y tenía todas mis cosas preparadas. El camión llegó con todas la mercadería necesaria para el campamento, más los pedidos que hacían personalmente los hombres, en especial alcohol. Además venían 5 hombres de reemplazo, pues se turnaban por quincenas. El capataz y el chofer eran buenos amigos y estuvieron charlando un buen rato luego de la cena. Como siempre yo me retiré temprano, dispuesto a pasar mi última noche en este infierno. El Capataz llegó a la habitación con un gran paquete, cosa que no me extrañó pues todos recibían pedidos especiales. También traía una botella de licor.
-Vamos a brindar- me dijo en su tono seco habitual. Tomamos un par de copas y comenzó a desvestirse, era evidente que quería su dosis de sexo. Me hizo parar y me abrazó fuertemente y me besó en la boca. Era una sensación contradictoria, había llegado ...