1. Mi hermana consigue lo que quiere


    Fecha: 18/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: lololo, Fuente: CuentoRelatos

    ... la mano libre, y cogí un par de cuchillas desechables nuevas. Efectivamente, se estaba tapando, pero sólo con las manos, y únicamente el coño. Pasaba de ocultarse los pechos. Yo seguía con una mano delante cubriendo en la medida de lo posible su visión. Inevitablemente, le veía las tetas, no muy grandes, pero bonitas de verdad. Simétricas, blanquecinas, y con pezón rosado de chica joven. Aparté de ahí la mirada; pero al cogerme las cuchillas que le ofrecía, se destapó parcialmente el sexo y vi pelos mezclados con crema de afeitar. Sin querer, o queriendo, moví imperceptiblemente la palma y le intenté ver más, ver la raja. Pero como ella aún tenía ahí una mano, apenas pude distinguir nada.
    
    – Anda toma, jodida nudista enferma –dije al tiempo que me cogía las cuchillas.
    
    – Que soy tu hermana tío, que no pasa nada porque me veas en pelotas.
    
    – ¡Que te den! –grité saliendo ya del baño.
    
    – ¡Reprimido! ¡Jajajaja! –escuché su carcajada mientras me alejaba.
    
    Tal y como comentaba al principio, nuestra madre nos deja comida los findes para que tengamos durante la semana. Normalmente, los viernes, volvemos al pueblo a pasar allí el fin de semana. Yo más veces que ella, porque mi hermana se suele quedar y sale por las noches en la ciudad. No es que yo no salga, pero prefiero hacerlo por el pueblo, con los amigos de siempre.
    
    El día siguiente de verla en el bidé, con espuma de afeitar en sus bajos, era viernes. Pero no fui al pueblo; tenía que estudiar y me pasé toda la ...
    ... tarde en la biblioteca. Mi hermana debía de haber salido como siempre, con los compañeros del trabajo al acabar la jornada, o con alguna amiga.
    
    El caso es que después de estudiar, fui a cenar y tomar algo con unos colegas para despejarme. Se me hizo un poco tarde, sería la una o las dos de la noche cuando volví a casa. Al girar la llave, y abrir la puerta, me encontré a Marta a cuatro patas en el sofá; un tío jadeante se la follaba desde atrás.
    
    – Es que no me jodas… -murmuré cabreado, enfilando el camino a mi habitación.
    
    – ¡Hostia! –exclamó Marta; aún llegué a ver que se separaba del tío.
    
    Desde mi cuarto escuché algunas voces en tono bajo; luego pasos, y por último nada. Debían haberse ido a terminar a su dormitorio. Estaba enfadado, y no porque se follara a un tío –podía hacer lo que le diera la real gana, sólo faltaba-, sino porque lo hiciera en el sofá. Y con la poca precaución de que llegara yo y me encontrara el espectáculo porno. Así que me desvestí y me dormí.
    
    Por la mañana, hacia las once, sentí golpes en la puerta. Toc toc. Abrió Marta sin esperar respuesta. Iba en bragas y camiseta.
    
    – Enano… se puede?
    
    Al igual que cuando golpeó la puerta, se metió en mi cama sin esperar a que contestara. No lo hizo con ánimo libidinoso ni provocativo; desde pequeños hemos dormido muchas veces juntos o nos hemos metido en la cama del otro si está cabreado, triste, preocupado, etc.
    
    – Me perdonas…? –Me rogó tumbada a mi lado, bajo las sábanas-. Que pensaba que te ...
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