1. Mi hermana consigue lo que quiere


    Fecha: 18/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: lololo, Fuente: CuentoRelatos

    ... rápido.
    
    – Martaaa… -protesté a modo de reprimenda, pero era inútil.
    
    – Quiero acabar lo que empezamos ayer… No te creas que no me acuerdo por ir borracha… -en ese momento su mano pasó a mi paquete, húmedo de lubricación; primero por fuera, y en seguida la metió dentro y me agarró el miembro.
    
    Se puso de rodillas, me quitó la camiseta, y nos besamos apasionadamente. Creía que lo de la noche anterior había sido un error tonto de borrachera, y que no se repetiría, pero ya veía que no.
    
    Me bajó los calzoncillos y quedé desnudo. Me besó en la boca, y fue bajando lamiendo mi cuello, mi pecho, mi ombligo.
    
    – Te voy a hacer la mejor mamada de tu vida –amenazó.
    
    – No… Eso sí que no… -dije sin convicción.
    
    Se la metió en la boca, y empezó a chupar con fruición. Disfrutaba tanto o más que yo, y lo hacía a la perfección. Cada vez me excitaba más, y tenía que contenerme para no correrme. La sacaba y la lamía por los lados; le daba besos; succionaba los testículos. Combinaba con movimientos de mano, momentos en que se acercaba y nos besábamos con lengua. Entonces, colocándose arriba, procedió a introducirla en el coño; y yo, aunque una vez más no quería, no podía evitarlo.
    
    – ¡Espera! –le pedí.
    
    – ¿Qué…? –dijo mi hermana con los ojos cerrados, con el pene ya en su interior.
    
    – Un condón… espera que cojo uno… de la mesilla… -sugerí entre jadeos.
    
    – No hace falta enano… tomo píldora… -dijo mientras resoplaba.
    
    Me incorporé para ...
    ... estar aún más de cerca de ella, y la abracé. Ella me correspondió y nos besamos salvajemente, chupando el cuello y pasando la lengua por la cara, mientras cabalgaba encima de mí.
    
    Estábamos extasiados; mi goce era doble: por una parte, por disfrutar de un sexo fantástico; por otra, que fuera con mi hermana y darle placer a ella. Por sus gestos y gemidos, y la manera de besarme, intuí que ella sentía lo mismo.
    
    – Madre mía… qué diferencia con el de ayer… -resollaba mi hermana. Con eso tuve la seguridad de que ella estaba sintiendo lo mismo que yo.
    
    – Sí sí, pero… yo casi no puedo más Marta…
    
    – A mí me queda muy poco… uffff… si te corres tú seguro que me corro contigo… -dijo.
    
    Al decir ella eso, marqué el paso, hasta que comencé a sentir el delicioso cosquilleo previo a los espasmos, y me corrí en su interior con un fuerte grito al que se unió el de mi hermana. Me arañó la espalda con las uñas mientras tenía su orgasmo, lo que aumentó mi placer que todavía palpitaba.
    
    Nos quedamos así, sentados y unidos en un abrazo, no sé cuánto rato. No hablamos, ni siquiera nos besamos. Sólo nos quedamos muy juntos, sintiendo el calor del otro.
    
    Por fin, nos tumbamos; ella me acariciaba el pelo.
    
    – Vaya marrón, ¿no? –reflexioné.
    
    – Hombre marrón marrón… yo más bien lo veo blanco –bromeó una vez más Marta, señalando el hilillo de semen que le salía de la vagina.
    
    – Jajaja, qué idiota eres… Te quiero mucho Marta.
    
    – Y yo a ti, enano. 
«12...4567»