1. Un relato pérdido


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... por la luz cegadora proveniente del balcón.
    
    Pocos segundos después de entrar en la habitación, oí una puerta abrirse y de ella salir mi profesor vistiendo únicamente con una toalla de baño. El servicio se encontraba al lado de la cama.
    
    Buenos días, Sofía –la saludó su profesor.
    
    Buenos días, Diego –lo saludó bajando la cabeza ante él. La vergüenza que le embargaba era máxima. Estaba en una situación con el profesor objeto de todas sus fantasías mientras ella solo llevaba un fino vestido blanco que se transparentaba.
    
    Ya veo que me has hecho caso, zorrita –afirmó satisfecho mientras la revisaba de arriba abajo- dame tu chaquetón, tendrás calor, ¿no?
    
    Preguntó retóricamente Diego a su alumna, su alumna favorita desde el momento en que leyó aquella historia. Entonces, se acercó a ella y le facilitó que se quitara el chaquetón dejándolo en el suelo.
    
    Te sienta el vestido mejor de lo que creía… Me encanta mi zorrita… -le dijo mientras la cogía por el mentón.
    
    Gra… gra…cias… -agradecí Sofía a su profesor. Se sentía orgullosa por gustarle al objeto de sus fantasías.
    
    ¿Gracias? –dijo enfadado dándole una bofetada- arrodíllate, zorra. A partir de ahora me llamarás amo. Nada de Diego ni profesor como en tu blando relatito…
    
    Sí, mi amo –dije en un hilillo de voz mientras me arrodillaba
    
    Bien así me gusta.
    
    A continuación, Diego se acercó al armario, abrió la puerta y sonrió. Yo estaba de rodillas y cabizbaja. No veía qué sacaba de aquel ropero, pero tampoco me ...
    ... interesaba. Estaba tan excitada ante aquella situación que apenas me importaba lo que ocurriera. Luego, se aproximó a mí y se colocó detrás de mí. Me retiró el pelo que tapaba mi cuello en una coleta con su mano mientras colocaba algo en mi cuello.
    
    A las putitas como tú tan cobardes como para suplicar que las follen un hombre de verdad se merecen esto –me susurró al oído mientras me amarraba un collar en el cuello.
    
    Seguidamente, se levantó y tiró del collar para que anduviese, provocando que mi cuerpo se fuera hacia delante. Continuó tirando y consiguió que gateara durante unos minutos mientras me decía:
    
    Yo domino muy bien a las perritas como tú, perritas calientes que no saben pedir lo que quieren.
    
    Luego, se sentó en la cama y estuvo unos minutos observando mi figura. Seguidamente, amarró la correa a uno de los barrotes de la cama y me ordenó que no se me ocurriera moverme. Así, se puso detrás de mí y pasó su mano por mi coño.
    
    Mmmm… ¡Qué cachonda está mi perrita hoy! ¿Qué pasa? ¿Te pone que te traten como lo que eres, una zorra? –me decía con autoridad mientras me acariciaba el clítoris y veía como apenas me podía sostener a cuatro patas- te he dicho que no se te ocurra moverte, putita.
    
    El hecho de que temblara y no me pudiera sostener de pie era algo que a Diego no le gustaba. Cada vez que intuía que me podría caer me daba un golpe en el culo con la palma de su mano. Yo gemía y gemía sin poder remediarlo.
    
    Mmmm… Eres una buena zorra, ¿lo sabías? Te está ...
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