1. Un relato pérdido


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Inconscientemente, me llevé mi mano derecha a mi vagina y me lo introduje de nuevo.
    
    ¡Maldita zorra! –exclamó enfadado mientras recogía algo del suelo, me tomaba las muñecas hacia mi espalda y me las esposaba.
    
    ¡¿Qué es esto!? –espeté malhumorada, olvidándome que allí ya no mandaba yo
    
    . ¿Qué le ocurre a la zorra de mi alumna? ¿No te gusta que te espose? Pues en tu relato, creo recordar que te esposaba y te penetraba encima de mi mesa –se burló de mí.
    
    Enfadada, humillada y superada por aquella situación solo pude permanecer en silencio. Era cierto. Lo había escrito en mi relato y cuando me sentí esposada, privada de mi libertad de movimiento, a su merced, mi excitación ascendió rápidamente por todos los rincones de mi piel.
    
    Abre la boca, zorra –ordenó Diego.
    
    No –me negué.
    
    Estás desobediente hoy, ¿eh? –dijo despojándose de su toalla de baño donde su pene erecto se notaba a través de ella.
    
    Yo quedé sorprendida y anonadada por el tamaño y la erección de aquel falo. Entonces, lo acercó a mis labios cerrados y que no pensaba abrir por mucho que me dijera. No quería degradarme más. Sin embargo…
    
    Zorra, abre la boca –ordenó sonriéndome. No sé porqué lo hacía, pero pronto me descubrí con la boca abierta, con mi lengua fuera chorreante de babas por mi irrefrenable deseo de cumplir sus órdenes.
    
    Entonces, él divertido se separó de mí y me hizo ir de rodillas hacia él tirándome del collar. Apenas podía moverme con mis manos atadas y penetrada por dos ...
    ... consoladores. Luego se paró y comí aquella polla como si hubiese estado siglos sin hacerlos. La engullí sin apenas pensar en nada provocándole una oleada de placer. Mi amo gemía sin cesar y yo me sentía tan viva y tan complacida por mi comportamiento que continuaba con mi labor.
    
    De repente, me detuvo y me ordenó que me levantara. Así lo hice. En ese momento me despojó de los consoladores, pero con mis manos esposadas.
    
    Pídemelo –me ordenó.
    
    No –me negué-
    
    ¡Te he dicho que así no se me habla, zorra! –me espetó dándome una bofetada y arrancándome el vestido blanco del que brotaron mis pechos botando con su forma redondeada y apenas caidos- tus pezones, tus pechos y tu vagina no dicen lo mismo…
    
    Sí, amo…
    
    Pídemelo. Pídeme que te folle, ¡vamos! –me ordenaba mientras se dedicaba a comerme uno de los pezones y a magrearme la otra teta. Yo apenas podía sostenerme en pie. Estaba a punto del orgasmo cuando su mano bajó hacia mi clítoris y me lo acarició con maestría.
    
    Por favor…
    
    Por favor, ¿qué? –preguntó sonriendo
    
    Fóllame, amo. Folla a tu puta. Te lo suplico. Fóllame.
    
    Entonces, me llevó a la cama tirándome del collar, se tumbó mirando al techo de la habitación y me dijo con sorna:
    
    ¿No quieres que te folle? Pues métetela tú solita.
    
    Rauda y veloz me dirigí hacia él, me puse de rodillas en la cama y me metí su polla en mi chorreante coño de una sola vez. Comencé un acelerado mete y saca, entre gemidos y gritos de placer.
    
    Mmmm… Zorra… Sigue, sigue… Follas como una ...
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