1. La historia de Claudia (12)


    Fecha: 22/03/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... últimamente:
    
    -Son mis esclavas.
    
    La señora nunca las había definido así, pero ambas sintieron que eso eran, esclavas tiranizadas, sometidas por completo a la voluntad de su Ama, y con un cosquilleo en el estómago y la cabeza gacha se alejaron hacia el fondo de la sala.
    
    -La felicito, señora. –dijo el hombre luego de echar una mirada codiciosa a las dos hembras, y agregó:
    
    -Como verá, tengo muchas cosas para usar con ellas. –y los ojos de Blanca se clavaron en una vitrina donde en varios estantes había dildos y vibradores de toda clase, color y tamaño.
    
    -Eso es interesante. –comentó señalando un rosario de esferas azules, de un centímetro y medio de diámetro unidas por un cordel fino que las traspasaba.
    
    -Sí, bolitas chinas. –dijo el hombre. –Las vendo mucho, son muy interesantes para usarlas en el trasero.
    
    -Sí, lo sé. Quiero dos juegos. –dijo la señora, que las había visto con frecuencia en esos videos que venía mirando en Internet. Después eligió dos dildos que por su tamaño, doce centímetros de largo por dos y medio de ancho, estimó muy apropiados para meterlos en el culo de sus perras y tenerlas empaladas durante varias. Hizo después que el vendedor apartara un vibrador color piel, con el glande descubierto, de veintidós centímetros por cuatro, y otro para doble penetración, con dos dildos que surgían de la base. Por último incluyó dos pares de pezoneras de metal unidas por una cadenita plateada. Advirtió también, en otra de las vitrinas, una serie de ...
    ... látigos y fustas, pero luego de observar detenidamente esos instrumentos se dijo que ninguno tendría la dureza de su rebenque, y los descartó. Sí, en cambio, incluyó en la compra elementos de sujeción como esposas de metal, brazaletes y tobilleras de cuero negro con argollas que se unían entre si mediante un mosquetón de metal plateado, dos antifaces ciegos y un par de mordazas de bola. Urgida por el deseo de probar de inmediato sus adquisiciones abandonó rápidamente el sex-shop y volvió en taxi, sentada en medio de sus dos perras.
    
    Ya en la casa les ordenó desnudarse, dejó la bolsa con la compra sobre la mesa y fue en busca de los collares. Se los colocó y una vez que las tuvo en cuatro patas sacó todos los objetos acariciándolos con fruición, amorosamente, con una lujuriosa sonrisa.
    
    -Vamos, perras, síganme que voy a hacerles probar estos chiches en sus agujeros.
    
    Lo primero que hizo cuando tuvo a sus esclavas en cuatro patas sobre la cama fue entreabrir las nalgas de Claudia y observar detenidamente su orificio anal. Entonces comprobó satisfecha que no mostraba rastro alguno de la sodomización con el mango del rebenque. La concha no podría usársela hasta el día siguiente, según la abstinencia que le había indicado Pablo, pero le daría por el culo y comenzó de inmediato, metiéndole un dedo hasta el nudillo. Claudia corcoveó un poco y exhaló un gemido de placer.
    
    -¡Aaaaahhhhhhh, te gusta ¿eh?... Claro, si sos una perra en celo de culo siempre hambriento... –dijo la señora ...
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