1. La historia de Claudia (12)


    Fecha: 22/03/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... sujetara la cadenita entre los dientes mientras ella, cada vez más mojada, le apoyaba las manos en los hombros y comenzaba a bajarlas muy lentamente hacia las tetas. Acercó su boca al oído de Laura y le dijo:
    
    -Nada más atemorizante que un dolor que no se conoce, ¿eh, cachorra?... ¿Qué vas a sentir cuando estas pinzas te aprieten los pezones?... Seguramente no este placer... –le dijo rodeándole con sus dedos los botoncitos rosados que muy pronto se convirtieron en diminutas estacas. Laura estaba erizada, presa de una perturbadora e intensa sensación que aunaba miedo y goce y hacía que sus flujos siguieran empapándole la concha. La señora le quitó la cadenita de entre los dientes y comenzó a abrir y cerrar ambas pezoneras deleitándose con la resistencia que el mecanismo ofrecía al abrirse. No eran pinzas de fantasía, no había felpilla en su cara interna para atenuar el dolor, eran realmente instrumentos de castigo y la sumisa iba a sufrirlos.
    
    Mientras tanto, Claudia seguía la escena excitadísima y babeando con el dildo en la boca. La calentaba hasta la exasperación ver cómo la señora torturaba sicológicamente a Laura antes del dolor físico que iba a infligirle mediante esas pinzas y a la vez calentándole el culo con el rebenque. Su
    
    Blanca decidió entonces que era el momento de comenzar el doble suplicio. Vió que los pezones de la cachorra seguían duros y erectos mientras le acariciaba las tetitas y sus labios se deslizaban con lentitud por ese cuello blanco, largo y ...
    ... fino que ella iba humedeciendo con su lengua. Se irguió un poco y con gestos seguros pinzó un pezón y enseguida el otro, colocando las pezoneras del medio hacia delante, porque sabía que así dolían más. Laura exhaló primero un gemido y enseguida un grito, al sentir un ramalazo de dolor agudo que le recorrió todo el cuerpo. La señora tomó el rebenque dispuesta a disfrutar, una vez más, de ese goce extremo que siempre sentía al azotar un buen culo de mujer. Esta vez no le pegó alternando ambas nalgas, sino primero sólo en una de ellas, con rebencazos verticales que descargaba con fuerza y precisión.
    
    Laura no tardó en gritar, atormentada por la dolorosa presión de las pinzas y por esa lonja que seguía restallando inclemente sobre la parte derecha de su culo. La señora respiraba agitadamente, abrasada por una calentura que se iba incrementando en simultáneo con el cada vez mayor enrojecimiento de esa nalga que contrastaba con la blancura de la otra. Blanca se dijo que era momento de cambiar de lado, y tras una breve pausa siguió con la azotaína. Al sentir el primer rebencazo en el otro cachete, Laura renovó sus gritos mezclados con ruegos infructuosos. Momentos después, ambas nalgas lucían un mismo rojo intenso y entonces la señora dio por concluido el castigo mientras la sumisa caía al piso de costado, incapaz de seguir soportando el dolor que le causaban las pezoneras y la dura paliza que acababa de recibir.
    
    Blanca ardía de calentura después de torturar a Laura y sus perras ...
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