1. Un padre, un hijo y una bañera


    Fecha: 28/03/2018, Categorías: Incesto Autor: hector.richvoldsen, Fuente: SexoSinTabues

    ... fuera la mía. -¿Qué pasa? ¿Siempre le tocaba a mamá cambiarme los pañales? -Me refiero a una polla en condiciones, no un pichurrín como el que tenías de pequeño. -Pero a ti si que te la habrán tocado más de una vez, ¿no? -Pues unas cuantas, hijo. ¿Y a ti? -Solo tú ahora. Mola. -¿Sigo? -¿Cómo que si sigues? -Pues que a este paso nos vamos a acabar pajeando. -Por mí. La verdad es que pensaba hacerme una paja en la bañera antes de que entraras. -Gerard, que soy tu padre. -Por eso, hay confianza. Ni que nunca hubiéramos hablado del tema, si fuiste tú quien me enseñó a hacérmelas. -Te expliqué como se hacían, ya está. Pero de explicartelo a hacértelas yo, hay un buen trecho. -¡Hala! Yo he dicho de hacernos una juntos, pero cada uno con la suya. Sin mariconadas, como dice Torrente. -Sin mariconadas. -Eso mismo. Tú con la tuya, y yo con la mía. Nada más. -Vale. Pero no le digas ni pío a mamá, que ya sabes como es. Ahora le ha dado por querer hacerlo solo los sábados, y a mí me tiene más salido que un mono. -Oye, ¿qué da más gusto, hacerte una paja o que te la hagan? -Depende, hijo, depende. -¿De qué? -Pues de quien te la haga. -Bueno, y por decir algo, ¿son mejores las pajas que te hace mamá o las que te haces tú solo? -¿Y tú como sabes que tu madre me hace pajas? -No lo sé, me lo imagino. No seréis los típicos que solo hacéis la postura del misionero con la luz apagada, ¿no? -Pues no. -¿Entonces? -Mejor las que me hace ella. ¿Contento? -Sí. -Pues cállate, que así no hay quien ...
    ... se centre. De repente, las dudas. ¿Estaban actuando bien? Había confianza más que de sobra para verse desnudos y tratar todo tipo de temas sexuales, pero quizá estaban yendo demasiado lejos. Fuera como fuera, ya estaban en plena faena, y ni padre ni hijo parecían muy dispuestos a cambiar de idea. Después de la última comparativa, sus pollas habían quedado muy juntas, aunque a la suficiente distancia como para poder masturbarse sin molestarse. -¿Qué tal? -Bien, ¿y tú? -Bien. ¿Puedo tocar? -¿Para qué, papá? -Para ver si se me sigue poniendo igual de dura que cuando tenía tus años. -Toca. –Gerard sintió un escalofrío al sentir la mano ajena. -¿Qué, está dura o no? -En eso me ganas, parece que la mía ya no consigue ponerse tan tiesa. -¿Me dejas tocar? –Dijo Gerard, aunque no esperó a la respuesta de su padre para agarrarla también con su mano derecha. –Sí, la tienes un poco más floja. Oye, ya sé que antes he dicho qué. Pero. ¿Quieres qué. ? Jaume no respondió, pero sabía perfectamente a lo que se refería. ¿Por qué no? No tenía nada de malo, solo estaban experimentando. Eran padre e hijo, pero aquello no tenía nada de obsceno, ninguno de los dos tenía ninguna pretensión oculta. Solo trataban de jugar un poco, variar de las mismas pajas de siempre. Comenzó a mover su mano despacio, descapullando la polla de su hijo con suavidad aprovechando la lubricación que ofrecía el agua tibia. A su vez, Gerard hacía lo propio con su padre, indagando lo que era pajear una polla ajena. -¿Es la ...
«1234...»