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El ascensor
Fecha: 28/03/2018, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... suelo. Cuando volvió a apoyarla se había sentado sobre la polla de su vecino. En algún momento debía haberla sacado de sus boxers, porque notaba claramente su miembro entre sus glúteos y claro, entre sus labios mayores. La exigua tela del tanga apenas evitaba el pleno contacto entre piel y piel- Será cabrón- Pensó Susana- Que no pudo evitar un intenso placer al sentir sus labios mayores aplastados contra la polla inhiesta del hombre y que básicamente la estaba masturbando con ella. A su vez las manos de su vecino no habían dejado de apretar y acariciar los pechos de Susana en todo su volumen. Su índice y pulgar habían encontrado fácilmente sus pezones endurecidos que resaltaban como dos misiles bajo el top. Los apretó poco a poco haciéndola gemir de placer, siguió apretándolos y retorciéndolos hasta llevarla al límite del dolor- Aquel cabrón parecía tener un sexto sentido para leerle su cuerpo- Pensó Susana mientras se dejaba llevar por el placer. Las manos del hombre parecían estar en todos lados. Igual apretaban sus pezones que amasaban sus tetazas- Tengo que ir cortando esto- pensó entre gemido y gemido- Pero cuando las manos del hombre se colaron por debajo del top y acariciaron sus tetas directamente sobre su piel y apretaron sus pezones ella misma levantó los brazos por encima de la cabeza. El hombre no necesitó más indicaciones y le sacó el top. Los pechos de Susana botaron libremente al liberarse de la ajustada prenda. Lo que los años le habían quitado en cuanto a ...
... erguidos, que por su peso y tamaño nunca fue mucho en cuanto superó la talla 100, lo había ganado con creces en volumen y rotundidad, pero no por esa estaban caídos, al contrario, sus pechos eran pesados, macizos, de una turgencia impresionante que no dejaba flácida o caída ninguna zona. Las manos de su vecino no podían abarcar por entero sus enormes pechos, pero usando sus manos a modo de sujetador los sostenían y acariciaban desde los costados y los juntaba suavemente. El hombre no tenía prisa ninguna y se estaba deleitando de lo lindo con aquellas dos tetazas. Susana perdió la noción del tiempo entregada a las caricias del hombre y se apretaba contra su espalda. Sus ronroneos de gata eran ya continuos. Así fue recorriendo sus tetazas en toda su periferia y cabo de un tiempo y muy poco a poco fue llevando las caricias hacia el centro donde los pezones que las coronaban las esperaban con ansia. Antes de llegar a ellos aún se entretuvo en las aureolas sin dejar ni un poro sin cubrir. Nunca se había sentido tan excitada y nunca había sentido sus tetas tan sensibles y sus pezones tan grandes y duros. Superaban el centímetro de longitud y se habían oscurecido notablemente como siempre que se excitaba. Cuando los pulgares del hombre pasaron sobre ellos con un ligero roce saltó de la excitación y su sexo se licuó literalmente. El contacto se hizo más firme y los pulgares giraban y giraban sobre ellos en unos minúsculos ochos que la estaban volviendo loca. Susana echó la cabeza hacia ...