Las hermanas
Fecha: 30/03/2018,
Categorías:
No Consentido
Autor: GargantuadeSamo, Fuente: CuentoRelatos
... teórico, estaba Inés delante y comentó la necesidad de poner música y que su hermana se fuera a otra habitación a estudiar. También me dijo que tenía que llevar algo más cómodo para bailar, que con los vaqueros era muy difícil.
Al segundo día de la clase de baile ya fui preparado, con un bañador para poder moverme con mayor libertad.
Ella estaba espectacular, se había soltado el pelo y le brillaban los ojos. Se había preparado un poco más las clases y empezó a enseñarme pasos, todo poniendo música, por lo que Inés tuvo que irse a estudiar fuera.
Además insistió en que aprendiera directamente los pasos con pareja, que era más fácil. Así que se me apretaba mientras me iba contando cada uno de los pasos
En serio que me concentraba en aprender los pasos para no hacer el ridículo, pero aun así, el roce continuado se fue haciendo notar, hasta que fue imposible ocultar que del bañador salía un bulto antinatural. Ella lo miraba y apretaba su cuerpo aún más. Me estaba masturbando con su cuerpo.
Aun así, insistía – venga, con más ganas, no te concentres solo en los pasos y mirame - adelante, y cosas así.
La música paró pero ella ya no volvió a ponerla. Seguimos frotándonos, siguiendo los pasos de no sé qué baile.
Cada vez más rápido y presionando como si la vida me fuera en ello. Hasta que inevitablemente empecé a mojar el bañador
Ella me coloco la mano sobre la mancha del bañador y me pregunto si me había gustado la clase. Le dije que así seguro que ...
... aprendería a bailar.
Se rio mientras me metía la mano en el bañador, mojándose el dedo índice. Lo miró, se lo llevó a la nariz olisqueándolo y lo probó.
- A mí también me gusta dar clases particulares
Los días siguientes, Inés estuvo con nosotros, por lo que la tensión fue creciendo. Un día Elena después de empezar la lección se rascó ostensiblemente la entrepierna mirándome. Cuando me fijé, tenía la cremallera bajada y le salían unos rizos oscuros a través del pantalón.
Así que empecé a escribir con la derecha mientras la izquierda se acercaba a una posición más cómoda. Chupé el índice, pero no hacía falta, debía haberlo estado maquinando durante la noche y se encontraba muy receptiva. Sin embargo, no me satisfizo demasiado. Ella suspiró, pero la posición no daba para grandes alegrías y tuvimos que dejarlo.
Llego el jueves e Inés nos dijo que tenía que salir a comprar un libro de lectura para literatura, pero que volvería en una hora porque tenía dudas que preguntarme.
Fue escuchar la puerta de la calle y Elena se levantó de un salto y se puso a horcajadas sobre mí en la silla.
- Tenemos una hora.
- Tenemos toda la vida - le respondí.
Y ella se puso a moverse como una energúmena. No tenía experiencia pero era una fuerza de la naturaleza y, verdaderamente, pesaba como tal.
Conseguí pararla un momento para besarla a conciencia, pero no tenía ningún control y volvió a moverse como si me estuviera cabalgando, machacándome mientras lo único que conseguía era ...