1. Magdalena


    Fecha: 31/03/2018, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    Magdalena
    
    Cuando encuentras amor y sexo igual da que sea dentro o fuera de la familia, siempre que funcione
    
    Ah, ah, ah, uff, uff, oooh, ahí va mi leche de hombre, qué bueno, qué corrida más cojonuda. Es lo que tiene Margot, no es que sea una mujer especialmente guapa ni una tía buena impresionante, aunque tiene de todo y bien puesto, pero joder que mamadas hace, es que lo borda, y esa especie de limpieza final del capullo con la puntita de la lengua, recogiendo y tragando los restos de semen, parece que hace más largo mi orgasmo, como si me diera más gusto todavía.
    
    Margot es la secretaria más joven de las cuatro que trabajan en la asesoría legal y gestoría de mi propiedad, todavía no tiene veinticuatro años. Es hija de un buen cliente y amigo, dueño de un par de bares y una tienda de comida preparada enel barrio, y casi me vi obligado a contratarla a prueba a instancias de su padre, y desde luego que no me arrepiento, primero porque es una eficiente trabajadora, cumplidora, buena compañera con el resto de empleados y, desde que tras la celebración navideña del año pasado, con exceso de copas, nos lo montamos sexualmente, a menudo me alivia las ganas simplemente haciéndole una leve indicación. Si por ella fuera estaríamos a todas horas dándole al asunto, la chica es caliente, y a mí me viene bien de vez en cuando.
    
    Cerramos la oficina hace más de media hora, así que seguro que el novio la está esperando fuera, en su coche.
    
    —Margot, guapa, deberías ir con tu ...
    ... novio, llevará un rato esperando
    
    —Es que estoy cachonda, Jaime, y me gusta tu pollón
    
    —Anda, ve a verle, tomáis una copa y luego te lo follas, que también tiene derecho. No te vuelvas loca, eh, que te conozco; no te dejes llevar, que se ponga condón
    
    —La próxima vez me la metes, ¿vale?
    
    No contesto, para qué, además en ese mismo momento suena mi móvil, es mi tía Magdalena, que sólo me llama a este número cuando quiere que quedemos.
    
    —Hola, mi niño, mañana voy a Madrid, ¿quedamos?
    
    —Por supuesto, voy a buscarte a la estación, como siempre
    
    Magdalena —Magda o Lena, como yo le digo— es la esposa del hermano pequeño de mi padre, se llevaban muchos años de diferencia, y desde que tengo dieciséis somos amantes. Fue la primera mujer con la que me acosté, ella me enseñó a follar, a dar gusto a las hembras, siempre ha sido mi apoyo sexual y personal más absoluto. Me gusta, me gusta mucho, y a pesar de llevarnos trece años, es para mí la hembra por excelencia, una mujer rubia que me encanta, a la que quiero mogollón. No lo hemos hablado, pero creo que no nos hemos considerado tía y sobrino jamás, excepto cuando yo era niño pequeño. Si me preguntaran si estoy enamorado de ella… contestaría sí, rotundamente.
    
    A las diez de la mañana estoy en el vestíbulo principal de la estación de Atocha esperando que salga Lena del tren que desde Ávila le trae a Madrid. Hace unos diez años quedó viuda, y como su única hija —divorciada con una niña pequeña— trabaja como enfermera en el ...
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