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Sexo en la vieja hidroeléctrica -6- Principios de diciembre
Fecha: 04/04/2018, Categorías: Transexuales Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos
... de la pandilla. Un amiguito al que citar a espaldas de todos y al que hablarle de sexo canalla e incitar a practicarlo a escondidas. Le masturba despacio. -Ya sé que le gusta que se la chupen. Pero me pregunto si le gustaría ir más allá. Baja los dedos hasta el trasero del agente. -¿Quiere mi culo? Es usted infinitamente más vicioso de lo que imaginaba. -Quiero entrarle con mi lengua. Quiero que sienta lo máximo también por detrás. -¿Y a qué espera? Mucho blablabla pero ni rastro de sus promesas. El administrativo le junta las piernas la pecho, le retira la ropa interior y sin pensarlo ni un segundo más, aplica su boca contra el ano del rural. También toma con las manos el fluido de la verga del agente y le unta el culo para volverlo a degustar y entrarle la lengua. Es evidente que al rural le gusta lo que le hace. El aumento de fluido de su sexo lo dice todo. -Soy un puto macho. Se supone que no tendría que dejarme tentar la trasera -dice colmado de deleite. -Usted es un agente de la ley que no ha dudado en apretar el gatillo. Y yo soy un puto pervertido que encuentra irresistible todo lo suyo. Se pone de pie sin dejar que el agente abandone la postura. -Mire, se me ha vuelto a poner tiesa. Su culo me la pone tiesa. Me lo follaría. Le da un sonoro cachetazo. -Pero sé que aún no está preparado. Ahora quiere otra cosa. Y se la voy a dar. Se sienta en el bajo vientre del agente. Le termina de desabrochar la camisa. Acaricia con ...
... brío el torso cubierto por un hermoso reguero de vello. -Tiene unos morbosos cuarenta años. -Treinta y nueve. -No le encuentro edad, esa es la verdad. Aunque tuviera cien años le seguiría deseando. -Hasta envuelto en la mortaja -ironiza el agente. -Me ha prometido silencio. Y respetar mis exageraciones. -Mis disculpas. Usted manda. El administrativo echa sus nalgas hacia atrás y entra en contacto con el sexo de su “prisionero”. Maniobra hasta conseguir situarlo en su ojete. Un escalofrío le sacude. Los dos hombres se miran una vez más. -No hay vuelta atrás -dice el empleado- Dígame si aún me lo permite. -Usted manda -repite como si citara una ley suprema –Sólo le pido que me deje ver cómo le entra. -¿No le basta sentirlo? -Quiero verlo. No me lo niegue. El administrativo se alza ligeramente y sujeta sus propios testículos hacia arriba para facilitar la vista de su ojete. Después, lentamente se deja caer sobre la punta de la vigorosa verga. El esfínter cede despacio y arropa con su elástica piel el glande brillante de seminal. El agente observa emocionado la maniobra, le tiembla levemente el labio inferior por el placer que siente. El empleado se contiene de dejarse caer y recibir por fin y de una vez, el deseado miembro. Es el policía quien no puede más y da un golpe con las caderas para colarse hasta el fondo. -¡Joder, está de lo más caliente! ¡Es un horno! ¡Joder, un puto horno! -Fólleme. -Si tuviera las manos ...