1. Una partida de cartas


    Fecha: 10/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Ba-bosa, Fuente: CuentoRelatos

    ... casa a recoger las maletas para que sus amigos se rían de él. Total, soy joven y volveré a encontrar a otro. Llegué a casa y estaba Carlos duchándose, entré en el cuarto de baño, se lo fui a decir, pero sabía que lo negaría, entonces decidí buscarle la lengua.
    
    —Carlos, ¿por qué no nos vamos mañana a cenar fuera?
    
    —Lo siento cariño, ya quedé con mis amigos, ya sabes que quedamos los miércoles para jugar a las cartas. El jueves si quieres.
    
    —¿No puedes cambiar a tus amigos por mí una vez?
    
    —No seas tonta, nunca me has pedido salir los miércoles, ¿a qué viene eso?
    
    Salí del cuarto de baño enfadada. Mañana verás, hijo de puta.
    
    Después de toda la noche sin dormir, estuve todo el día pensando qué iba a hacer, y me decidí. Le daré la última oportunidad.
    
    Sobre las siete de la tarde ya estaba mi marido listo para irse. Yo me había arreglado, me puse una falda muy corta negra con mucho vuelo y una camiseta de tirantes sin sujetador, con unas braguitas blancas de tanga que apenas me tapaban la raja del coño y unos zapatos de tacón alto. Me pinté un poco más de lo normal, estaba totalmente explosiva, casi parecía una puta. Me acerqué a él y le besé en el cuello.
    
    —Para Sara, para, que es tarde y tengo que recoger a Pablo, que hoy se une a nosotros. Ni siquiera me miró. Mi enfado llegó al punto más alto. Te vas enterar, pensaba. Abrí la puerta de casa para irme, cuando de pronto Pablo me dijo:
    
    —¿Dónde vas así? ¿No crees que vas un poco fresca para ir sola?
    
    —¿Qué ...
    ... pasa, no te gusta?
    
    —Realmente pareces una zorra, y esas no me gustan.
    
    Cerré la puerta de una manera violenta y me fui a casa de Luis andando, pensando qué iba a hacer. De pronto, vi como todos los hombres me miraban por la calle. Dos tipos iban detrás y no paraban de decirme cosas. Al pasar por delante de un escaparate, me vi andando y claro, vi como mis pechos se movían arriba y abajo y la falda se levantaba casi dejando ver todo. Pues sí... estoy muy buena y ahora se va a enterar Carlos de lo que ha perdido. Sí, voy a ir, y cuando estén todos reunidos, saldré, además estará Pablo y le diré que me lleve a casa. Con razón sabía el muy cabrón lo de Carlos. Cogí un taxi, me senté detrás y veía como el taxista me miraba las piernas por el retrovisor. Me sentía muy excitada. Las abrí para que me viese mejor, necesitaba sentirme como una guarra, y me estaba gustando. Llegué a casa de Luis. No había llegado nadie todavía.
    
    —Hoy si pareces una zorra —me dijo nada más verme.
    
    —Es mi ropa de faena —le contesté.
    
    Al entrar sonó la puerta otra vez. Me dio un pálpito el corazón, pensé que era Carlos, pero no, eran otros tres amigos. Nada más verme dijeron:
    
    —¡Hoy la mercancía es buena! A ver si hay suerte.
    
    Eran jóvenes, no como Luis, tendrían unos 35 años como mi marido y no estaban mal, aunque realmente no sé por qué todos los hombres me parecían excitantes. Me presenté y le dije a Luis que iba a entrar en el cuarto de baño a lavarme un poco. Dejé la puerta abierta un ...
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