1. Seducción fortuita a una madura


    Fecha: 15/07/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... le dio un nuevo aliciente al ir a trabajar. Sin embargo, se podría decir que hablábamos como siempre, como si esa conversación no hubiera existido. Solo aludimos a ella unas pocas veces, riéndonos. Parecía que ninguno de los dos estaba por forzar un nuevo encuentro a solas en la sala de profesores ni en ningún otro sitio. Al cabo de algo más de una semana, quise probar algo. Decidí que durante unos días iba a quedarme un rato después de la hora de salida en la sala de profesores. Normalmente no había nadie cuando no había reunión por la tarde, sin embargo, el colegio permanecía abierto hasta bien entrada la tarde por las extraescolares. Cuando me veía alguien me inventaba cualquier excusa. Al quinto día de hacer esto, ya un poco harto, como agua fría cuando tienes sed, María apareció por la puerta. Llevaba el abrigo de la mano, a punto de irse. - Ey, ¡hola! ¿qué haces aquí? + María, ¡qué sorpresa! Me iba a ir ya, tengo que hacer unas cosas cerca. Yo estaba de pie, de espaldas a la puerta. Me había aburrido y estaba mirando archivadores con materiales de inglés de unos estantes. - Esos materiales los hice yo el año pasado. Dan mucho de sí. Úsalos cuando quieras, aunque son más para los últimos meses de curso -dijo con esa sonrisa matadora + Tienes una sonrisa preciosa. Me encanta esa sonrisa, que no es como la que te sale cuando algo te hace gracia - Gracias + Me ha encantado verla estos días Ella no dijo nada, se quedó mirándome donde estaba, a un metro de mí. Su sonrisa ...
    ... no se había borrado. Al cabo de cinco segundos bajó la mirada y trató de contener la sonrisa, como sintiendo que había estado sonriendo durante demasiado rato. No pude contenerme: cogí su cara y cuello entre mis manos y la besé. Durante un momento noté que se estremecía y echaba para atrás, dándose cuenta de lo que estábamos haciendo, pero continuó el beso. Me puso los brazos alrededor del cuello. Notaba su perfume a coco. Sus labios eran carnosos y parecía que se los había humedecido antes de entrar en la sala. Noté que el pene empezaba a ponérseme duro como la piedra. El beso no podía ser largo, puesto que, aunque no era probable, cualquiera podría entrar en cualquier momento, de modo que al cabo de unos diez segundos nos habíamos separado, mirándonos el uno al otro. Se mordió el labio inferior. - Besas muy bien, -dijo, entre seria y alucinada + Y tú sabes muy bien Ella estaba alucinada. Yo también, pero lo disimulé. Cogí mis cosas y le dije “hasta mañana”. Guiñándole un ojo y sonriendo, salí por la puerta. Acababa de hacer lo que había ido a hacer a la sala de profesores. Por la tarde recibí un mensaje de ella: “No puedo dejar de pensar en lo que ha pasado antes. No me puedo creer que me hayas besado. Me ha gustado, pero no está bien” No contesté. Quería dejarla con ese pensamiento. Los siguientes días fueron algo extraños. No es que me evitara, me seguía sonriendo, pero de forma menos perceptible. Hablábamos menos que de costumbre. Se producían muchos más silencios de lo ...
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