1. Seducción fortuita a una madura


    Fecha: 15/07/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... ya muy húmedo. Noté que tenía las piernas cerradas y se las abrí lentamente, mirándola a los ojos. Le comía las tetas mientras la masturbaba, dos dedos dentro y el pulgar en el clítoris. Empezó a gemir, primero levemente y después violentamente. Dejé de masturbarla y empecé a comer su coño, prestando atención a sus labios. Ella se llevaba las manos a las tetas. Sus gemidos se convirtieron en respiraciones pesadas, por la nariz y por la boca, luego gemidos de nuevo, combinados con risas traviesas. Notaba cómo me agarraba del pelo. Quería follarla ya. Estaba perfectamente húmeda. Me erguí para ponerme el preservativo. Sus gemidos perdieron intensidad hasta convertirse en respiraciones acompañadas de un hilo de voz. Se masturbaba mientras yo me ponía la goma, sus ojos clavados en mí. Sus piernas no podían estar más abiertas. Una vez puesto le levanté la pierna izquierda y la puse sobre mi hombro. Acaricié su coño con al glande, mi mano derecha sujetando su pierna. Rocé su clítoris una vez más con la punta y entré en ella. Dejó escapar un gemido ahogado. Tenía los ojos cerrados, ambas manos en sus pechos. Yo creía que iba a explotar de placer y emoción. María era mía, al menos esa tarde. La tenía para mí. Comencé a follarla con movimientos lentos, pero seguros, moviendo mi cadera rítmicamente. Con la mano izquierda jugaba con su clítoris, suavemente, en círculos. Los gemidos de María eran bastante espaciados, pero altos y profundos. En un momento dado soltó uno largo que ...
    ... terminó en una inspiración pesada. Dejé el clítoris y me abalancé sobre ella como pude tras bajarle la pierna de mi hombro y me centré en sus pechos y en el cuello. Seguía follándola. Sus piernas se cerraron sobre mi espalda, al mismo tiempo que yo jugaba con su pezón derecho. Estaba derritiéndose en placer, sus gemidos eran más seguidos, largos y profundos. Tomé su cara con mi mano para besarla. Retiró la cara para dejar salir un gemido tras otro. Estábamos cerca del orgasmo. Bajé el ritmo y volví a su clítoris. Quería provocarla un orgasmo monumental. O varios. Sus gemidos seguían siendo muy seguidos y ahora más profundos. Comencé a acariciarle el clítoris de nuevo y sus movimientos indicaban ligeras convulsiones. De repente comenzó a gritar, sus piernas casi se cerraron, todo lo que las dejaba mi cuerpo. Sus ojos cerrados y la boca abierta, estaba teniendo un intenso orgasmo. Se agarró los pechos. Su grito era desgarrador de nuevo. No dejé de acariciarle el coño hasta que su grito bajó de intensidad, al cabo de medio minuto. Comenzó a respirar pesadamente, con los ojos aún cerrados, yo estaba a punto de correrme, pero bajé el ritmo, casi parando, su cuerpo se relajó. - Sigue, sigue, sigue, sigue, -dijo, casi con un hilillo de voz, abriendo los ojos Comencé a follarla de nuevo. Sus gemidos profundos no tardaron en llegar. En dos minutos yo me estaba corriendo y poco después ella pegaba otro grito, algo menos intenso que el anterior, pero igualmente desgarrador. Otro orgasmo. Al ...