El recepcionista del turno de noche del hostal
Fecha: 13/04/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... peores. Me he dado cuenta de que tengo muchísimos conocidos, con los que compartir sectorialmente cualquiera de mis aficiones, pero que no tengo amigos con los que pueda ser transparente. Bueno, en realidad sí que los tengo, soy afortunado, pero no son tan como yo como para venirse de playa nudista conmigo.
- Me hace falta una amiga con la que ir a Barronal -pensé en voz alta en más de una ocasión aquella noche.
Soy fumador, es una de mis cosas malas. La cuestión es que, en la terraza que os he comentado antes, se puede fumar y, por otro lado, hace más fresquito que detrás del mostrador de recepción. Así que, cuando el hostal duerme, es cuando yo suelo ponerme mi buen vaso de agua con hielo, me salgo a la terraza y me fumo mi cigarro, o mis cigarros.
De un tiempo a esta parte me he dado cuenta que, lo mismo que Barronal me conecta con mi yo más positivo, con el más evolucionado, la terraza me tiene sujeto al pasado: no hace más que provocarme recuerdos de los que retuercen el corazón.
Otra de las cosas que he decidido es que quiero pasar por todos y cada uno de los recuerdos que vengan porque sé que, detrás de ellos, hay una lección y quiero aprenderlas todas para seguir creciendo. Es un ejercicio durísimo, imagino que ya lo sabéis, pero a mí me compensa. Da igual lo que haya que llorar y el tiempo que haya que hacerlo porque también he aprendido que, a mayor lección, mayor su precio. Así que, cuanto más cueste, mejor me va a venir.
Estaba en la terraza, con ...
... una de mis peleas con el pasado cuando, la madrileña, apareció de nuevo. Se había cambiado de ropa. De hecho, me dio la sensación de que venía vestida solo con un pareo que se había cruzado en el pecho y anudado en la espalda. Que no llevaba sujetador estaba claro. No pude evitar buscar las evidencias de una braguita. No las encontré.
- ¿Se puede fumar aquí? -me preguntó.
- Sí, claro. Elige mesa.
- ¿Me puedo sentar en la tuya?
-Faltaría más. ¿Qué, que no llega el sueño? -le pregunté cuando la vi encenderse un pitillo.
- Sí, básicamente. ¿No se te hace pesado tantas horas, de noche, y solo?
- ¡Qué va! Ahora porque me has pillado en un rato reflexión pero, también traigo algo para leer lo mismo que para escribir.
- ¿Escribes? ¿Qué escribes?
- Se supone que son rumbas, pero no hay ni una terminada.
- ¡Ah! ¿Qué también te gusta la música? Vamos bien. Tocas la guitarra, entonces...
- La aporreo, estoy aprendiendo ahora.
- ¿Eres de aquí? Tienes acento de más pallá.
- ¡¿De más pallá?! -me eché a reír-. Alejandro, de aquí, de Almería. Y tú, hasta ese “más pallá” tenías todas las papeletas para ser de Madrid pero, ahora, tengo mis dudas...
- Leticia, de Madrid -respondió sonriendo-. Pero mi abuelo materno era de por aquí también: de la Isleta. Tengo mis dejes... Acabas de decir que estabas en tu rato reflexión... Que, si molesto...
- No, mujer, no te preocupes. Un ratico de charla siempre viene bien. Y, con un abuelo de la Isleta, ¿Tú no sabías ...