1. Secretos entre primos (Final)


    Fecha: 16/04/2018, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    Ese día se notó la tensión que existía entre nosotros. Federico y Pablo sólo se lanzaban miradas asesinas, mientras que yo evitaba a toda costa estar cerca de Pablo. Todavía en mi mente se reproducía la tétrica mirada que él me había lanzado durante la mañana, y un escalofrío recorría mi médula al pensar en lo que ese gesto significaba. Pero los momentos a solas entre Federico y yo eran suficientes para lograr olvidar a Pablo. Salíamos a caminar y nos refugiábamos en un pequeño bosque de árboles frutales. Allí nos enfrascábamos en entretenidas conversaciones que hacían que las horas pasaran volando. Poco a poco y con el correr de los días, comencé a sentirme muy unido a Federico, causando que la adversidad que sentía Pablo por nosotros se viera aumentada. Durante las noches no volvimos a intentar algo, aunque tenía que tragarme las ganas cuando sentía el paquete de Federico tan cerca de mí, pero no quería darle motivos a Pablo para que se nos echara encima. Ya con los días, ambos necesitábamos un poco de contacto más íntimo, por lo que decidimos ir a acampar a una laguna cercana. Lo haríamos el día después de año nuevo, ya que para ese día tenían pronosticado una infernal ola de calor, por lo que sería perfecto dormir al aire libre. El día de año nuevo le planteamos la idea a mi Papá y aceptó sin ningún problema «Siempre y cuando no lleven alcohol» dijo. Dieron las 12 de la noche y estallamos en gritos y risas, para luego abrazarnos uno a uno. Federico y yo ignoramos ...
    ... olímpicamente a Pablo, que tenía la esperanza de que lo invitáramos a acampar. Al otro día, reunimos todo los implementos y, luego de cenar y antes de que cayera el sol, nos fuimos a la laguna. Cuando terminamos de armar todo no aguantamos el calor y decidimos zambullirnos en las tranquilas aguas completamente desnudos. Fue hermoso poder contemplar su desnudes bajo la luz anaranjada del sol que ya poco a poco se iba despidiendo. Me encantaba como su piel relucía y como se teñían sus cabellos bajo aquella luz. Caminé hacia él y me recibió con los brazos abiertos. Degusté su cálida suavidad y nos unimos en un tierno beso. No sé en qué momento había cambiado tanto, y de pronto ya me encontraba ansioso y expectante de estar con mi propio primo. Pero no me importaba, había descubierto un nuevo mundo y, lo más importante, me había descubierto a mí mismo. En pocos segundos comencé a sentir su erección en mi vientre y fue la señal para aumentar la intensidad de nuestro beso. Lamí el espacio que se formaba entre su clavícula y cuello y disfruté oyéndolo gemir. El descendió y succionó el lóbulo de mi oreja, para luego acercarse aún más y soplar con suavidad. Mis piernas se transformaron en gelatina y dejé de sentir el agua sobre la mitad de mi cuerpo. Sólo existíamos: él, yo y nuestros cuerpos desnudos. Sus manos descendieron por mi costado llegando hasta mis glúteos. Sin avisarme me tomó de los muslos y me llevó hasta la orilla donde estaban esperándonos nuestras toallas. Delicadamente me ...
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