1. Secretos entre primos (Final)


    Fecha: 16/04/2018, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues

    ... profunda y deliciosa. Mis testículos eran acariciados por sus perfectos bellos púbicos que estaban húmedos por mi pre-semen. De pronto comencé a sentir que estaba llegando a mi clímax, y Federico se dio cuenta. Tomó mi pene y lo empezó a batir con fuerza y firmeza. Toda su mano se deslizaba grácilmente gracias a mi lubricación, y nuestra conexión visual se intensificó. -Córrete para mí –susurró de forma gruesa-. Mírame a los ojos y córrete. Y lo hice. Exploté en chorros de semen y gritos provenientes del fondo de mi pecho. Sus ojos pendientes de mí hacían que los disparos de semen salieran con un pedazo de mi alma, casi torturándome con cada subidón de placer. Mientras caía desfallecido, sus gemidos y gruñidos fueron en aumento, indicándome que pronto me llenaría de leche. Uní nuestras bocas y descansé sobre él mientras sus gruñidos se ahogaban en mis labios y su semen chocaba en mi interior. Casi podía sentir como nuestros latidos hacían eco en el lugar. Por un momento me asusté debido a la forma alocada en que palpitaba mi corazón. Lentamente mi culo expulsó el inerte miembro de Federico, dejando escapar un río de su esperma que descendió hasta mis testículos. Disfrutamos del abrazo unos momentos, hasta que él se levantó a orinar. Me miró un poco asustado cuando vio que había un hilo de sangre entre mis nalgas. -¡Dios! Creo que fui muy duro –se lamentó-. Discúlpame, no me medí. -Fue genial, no te preocupes –le dije con mi mejor cara. Aunque en el fondo no quería moverme ...
    ... porque mi culo dolía demasiado. Sonreí para tranquilizarlo. Me miró poco convencido pero se alejó sin decir nada. A la luz de la luna su espalda sudada brillaba con un tono perlado fascinante. Oí a la distancia el ruido que hacía al orinar y aproveché para limpiar el desastre que habíamos dejado. Llegó justo cuando estaba terminando. Su pene colgaba morcillón y me tenté a llevarlo a mi boca; pero mi mandíbula (y el resto de mi cuerpo) no estaba en condiciones para hacer algo tan pronto. Se recostó a mi lado y me envolvió en sus brazos. Completamente desnudos y bien pegaditos, descansamos por fin. En ese momento no existía nada más cálido y tranquilizante que su pecho en mi espalda y su aliento en mi cuello. Su pierna izquierda me montó aprisionando mi cadera, y disfrutó de la presión que ejercía su miembro contra mis nalgas. Cada vez que me hablaba al oído, electricidad corría por mi espalda. Pronto, y debido a lo cómodo y cansado que me sentía, me quedé dormido. -Federico, ¿es cierto qué…? –la pregunta que me despertó quedó inconclusa-. ¿Qué está pasando aquí? -¡Tío! –gritó Federico soltándome como si quemara. -¡Papá! –grité ocultándome entre las pocas cosas que tenía a mano. Antes que lográramos excusarnos, Papá tomó a Federico de los hombros y lo tiró al pasto. Me miró entre sorprendido y asustado y me ordenó vestirme. Temblando le hice caso sin hacer ningún ruido. -¿Qué se supone que hacías? –Le preguntó a Federico-. ¡Responde! ¿Te querías aprovechar de Jorgito? ¡Tú primo! ...