-
Educado una familia Cap VI Parte XIV
Fecha: 28/04/2018, Categorías: Incesto Autor: wendy1988, Fuente: SexoSinTabues
... cerciorarme si Luci habría regresado, pero me di cuenta de que aún no volvía del traspatio de nuestros secretos. No obstante consideré prudente no importunarla por ahora, pues era mejor que cuando regresara ella me eoncontrara jugando. Quería darle la impresión de hallarme totalmente ajena a sus correrías con nuestro ansioso perrito. Debió haber pasado aún como una hora más hasta que ví que Luci aparecía por fin entre la arboleda del patio, con las ropas arrugadas y el rostro arrebolado. Haciéndole de inmediato plática para darle toda la confianza y seguridad de mi ignorancia sobre su escondido secreto, le dije: -Hola Lucy. te estaba buscando. apenas acabo de bajar, tu crees?. me quedé bien dormida. -Ah si?. que bueno. yo también acabo de bajas hace unos minutos. me dormí también igual que tú, manita. -Oh. qué bien. quieres que sigamos jugando. ? -No. Julia. ahora no. quiero entrar a la ducha. me siento muy sudada. sudé mucho mientras dormía -me dijo la mentirosilla de mi hermana con palabras seguras, lo que hablaba de su extraordinario temple para manejar sus cosas- -Oh. bien. anda ve. yo aquí me quedaré -le respondí sin insistirle más- Ella se alejó hacia el interior de la casa mientras yo me preguntaba con duda y lascivia cuántas ...
... cosas habría hecho con Bat en aquel privilegiado sitio. Al pensar en el perro advertí que éste no se encontraba por ningún lado, lo cual picó de nuevo mi curiosidad. Así que aprovechando que Lucy se hallaba en la ducha, yo me quedé en el patio en espera del animal, con los pensamientos puestos en cómo luciría Bat después de haber efectuado aquellos jueguitos secretos con mi cachonda hermana. No tuve que esperar mucho en realidad, pues lo ví que apareció minutos después caminando entre la maleza. Decidida a indagar sobre su aspecto le llamé tronándole los dedos, a lo cual el animal respondió acercándose a mí moviendo la cola con soltura. Yo le sobé el lomo con ternura, escrutando con interés todo su cuerpo pero sin hallar indicios de nada. Dirigí por último mis ojos hacia la parte baja de sus patas traseras, encontrando que la protuberancia afelpada que guarda su largo pene se hallaba en su tamaño normal, sin apreciar en lo absoluto alguna huella que delatara una ulterior manifestación de endurecimiento. Todo eso que estaba descubriendo ahora me animó aún más a proceder como yo lo deseaba, pues mis vagos temores de que alguien pudiese notar algo extraño en el perro después de un juego secreto con su largo pito se desvanecieron por completo.