Mi tía Sandra
Fecha: 06/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: delnorte1, Fuente: RelatosEróticos
... película porno ni nada parecido, solo algunas revistas que llevaban los compañeros al instituto, escondidas en la mochila y había comenzado a hacerme pajas hacía no mucho tiempo, tras escuchar a los otros hablarlo en clase. En mi tía solía pensar muchas veces cuando me masturbaba, pero nada más. Ahora se abría ante mí, en aquel ordenador portátil, un mundo nuevo, desconocido, que impactaba mi mente aún infantil…Abro otra carpeta, sale una morenaza impresionante tomando el sol en un diminuto microbikini, de espaldas; reparo en la siguiente foto que me empalma muchísimo. La morenaza abierta de piernas, la diminuta tela desaparece entre sus labios vaginales enormes, de los que sale o asoma un apéndice muy abultado, más arriba escoltando el ombligo unos abdominales muy marcados , y cuando miro su cara, me quedo anonadado, a pesar de unas gafas de sol grandes, la reconozco bien… es mi tía.
Estoy excitadísimo, se me nubla la vista, me palpita el pecho, siento un cosquilleo en mis pezones (los míos) que me sube hasta la garganta, cuando recibo un terrible sobresalto… He creído ver con el rabillo del ojo una gran sombra tras de mí, respiro una fragancia ya conocida, percibo una presencia…
En las películas y tal, cuando ella vuelve a casa suele decir aquello de: “Cariiiñoo, yaa estoy aaaquíííí텔Pero una hora pasó muy rápido y yo estaba absorto, cuando me dí la vuelta me encontré con la silueta gigante de mi tía –me pareció más alta que nunca- con cara de pocos amigos.
-¿Te ...
... diviertes, Pitufo?- dijo, y tras observarme unos instantes con una mirada de hielo se encaminó con las bolsas hacia la cocina. –Cuando acabes, apaga el ordenata, que tenemos que hablar- añadió con aspereza.
Apagué por inercia y me dirigí avergonzado a la cocina, rojo como un tomate, a punto de lágrimas, y me quedé paralizado al umbral de la cocina, pensé incluso en salir corriendo calle abajo. –Yo… Yo…- balbucí- Es que… Perdóname… No quise… No sabía… Lo siento… Te juro que no volverá a pasar… Ella colocaba con parsimonia las cosas en la cocina dándome la espalda, traía unos minishorts vaqueros muy cortitos, hasta cerca de la ingle, resaltando sus piernazas largas y morenas, y una camisetita de manga corta, fina , de color azul clarito. De no ser por el estado en que me hallaba ahora mismo pensaría en la expectación que “levantaría” entre los machos en el supermercado…
Cuando acabó de colocar las cosas me indicó el sofá y me dijo: -Siéntate ahí, pequeñín, vamos a conversar un poco tú y yo-. Se sentó a dos centímetros de mí cruzando las piernas – Cuéntame, Pitufín, qué estabas mirando…- Verás, yo… Solo quería… Es que… Ella cogió mi pierna -yo estaba temblando aún y traía un pantalón corto- y se entretuvo un rato en hacerme cosquillas en esa parte detrás de la rodilla, luego metió la mano por debajo de mi camiseta y me acarició un poco el pechito, tratando de tranquilizarme. A ver, mi rey, no va a pasar nada, esto no va a salir de aquí, los papis no se van a enterar, ¿vale? ...