1. Diario de un prisionero I: el primer contacto


    Fecha: 09/05/2018, Categorías: Gays Autor: Anderson, Fuente: CuentoRelatos

    ¡Hola!!!!! Relato nuevo jajajaja tan nuevo que podéis iros olvidando del final feliz y del romanticismo de Ahora o nunca… lo lamento, pero quiero retarme a escribir algo que no sea romance sin dificultad…
    
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    Diario de un prisionero I: el primer contacto
    
    [La canción de este relato: “Me muero por conocerte” de Alex Ubago]
    
    A San José, 31 de marzo
    
    Querido Andrés:
    
    La semana pasada fue mi cumpleaños y mi tío Daniel me regaló este diario, me dijo que la universidad era el mejor tiempo de la vida y que probablemente quisiera escribirlo para recordarlo después tal como lo viví y no modificado por el paso del tiempo. Me aconsejó que cada mañana escribiera lo que me había sucedido el día anterior, pero no tuve nada que escribir hasta ayer, 31 de marzo, el día más feliz de lo que llevo de vida, por eso me animé a empezar este diario…
    
    Hoy ha sido un día increíble, te he visto, eres el hombre más guapo del mundo, con tu pelo castaño, tus ojos verdes, un cuerpo que se adivina fibrado bajo esa ligera ropa que usabas para correr, de altura normal (1.70)… te veías tan guapo… y yo aquí, encerrado con mi nana, esperando que el chofer sacara el coche para llevarme a la universidad, no pude llamarte ni nada, la nana me dijo que te llamabas Andrés y corrías en el mismo equipo que su hijo, que sólo sabía que eras bueno y que tienes 21 años, pero que nunca te había visto correr por el barrio. Yo sonreí interiormente, eres guapísimo, tienes un año más que yo y, por lo que ...
    ... decía mi nana, estabas solterito… eso me daba una oportunidad, remota, pero allí estaba…
    
    Entonces me di cuenta que necesitaba mejorar mi cuerpo, me sobran unos cuantos kilos, pero iré al gimnasio para ponerme guapo para ti, seré el hombre de tu vida, tengo la ventaja de la altura (mido 1.80), sin embargo, quiero estar guapo para ti, vale, me he enamorado, puede que nunca sepas que yo existo, pero no podía ser de otra manera…
    
    Pero justo entonces llegó el chofer y tuve que bajar de mi nube e irme con él, no quería, pero la nana me puso la mano en el hombro y me dijo “vamos, joven Pablo, que llegarás tarde a clases”. Le mascullé algo y subí a regañadientes al coche, quería quedarme allí por siempre, mirándote, viendo cada músculo de tu cuerpo tensarse y relajarse conforme hacías tu rutina de carrera, pero no, en ese momento debía irme, debía estar en mi clase…
    
    Las clases, normalmente largas, aunque entretenidas, hoy fueron un verdadero suplicio, me moría por llegar a casa y preguntarle a Sergio, el hijo de mi nana, quería saberlo todo sobre ti.
    
    Por fin llegué a casa, pero Sergio no había llegado del entrenamiento, ni modo, tuve que esperarle, apareció después de la cena porque había salido a cenar con sus amigos del equipo de atletismo, tú entre ellos…
    
    Me contó todo lo que sabía de ti, estuvimos en el despacho de mi padre, vaciando sus botellas de whisky y hablando de ti, ya en la madrugada, nos caíamos del sueño y nos fuimos a dormir. Sergio se comportó como el ...
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