1. Ya soy el puto del equipo (XII)


    Fecha: 10/05/2018, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Noche de luna llena en El Romeral.
    
    Don Fermín me había dicho muchas veces desde pequeño que yo tengo una casa muy grande dentro de un gran terreno que llega a la cumbre de una pequeña montaña en las estribaciones de la Cordillera. Desde que murieron mis padres él la usaba con su familia a fin de conservar el paraje, la poda, la tala de árboles, el cuidado de la casa y todos estos menesteres. Cuando yo tuve uso de razón considerable para saber lo que era una propiedad tan grande, le dije que la siguiera usando él. Pero yo no había ido nunca a verla. Como me lo decía dos o tres veces al año, una de esas fue cuando se acabaron los exámenes, los míos concluyeron en torno al 12 de junio, otros los tenían hasta más tarde. Esa vez que me lo preguntó acabados los exámenes, le dije lo de siempre, úsela usted como siempre, pero me gustaría ir a verla.
    
    Don Fermín, como siempre tan dispuesto, se llevó a su mujer y nos recogió a mí y a Abelardo en su Land Rover para ver la finca, como él decía, y ver las condiciones de la casa. Al llegar, a la entrada de la finca había un letrero que decía «El Romeral» en letra cursiva. Me dijo don Fermín que esa era la letra a mano de mi padre. Lo fotografié, claro. Resultó ser un lugar magnífico que venía a costearse con la tala de árboles y nuevas plantaciones. Había una casa enorme en dos pisos, con unas 20 habitaciones más o menos pequeñas y cuatro grandes. Según me contaba don Fermín, mis padres solían ir con tres o cuatro matrimonios y a ...
    ... veces con sus hijos, había espacio para todos. El comedor era inmenso, podían caber en las dos mesas largas unos 30 ó 35 personas tranquilamente y unas grandes cocinas.
    
    Don Fermín seguía la costumbre de mis padres. Contrataba unas personas, como tres mujeres y un hombre para que cuidarán todo el verano la casa e hicieran su limpieza. Luego, a lo largo del año subía unas dos veces y con el mismo equipo hacían una limpieza general. Un señor se encargaba de la piscina. ¡Ah, la piscina! Era grande y estaba rodeada por una gran valla y muy alta en ladrillos, para que nadie entrara a fin de no tener responsabilidad en los posibles ahogamientos. Se llenaba cuando llegaba en verano don Fermín y al marcharse la vaciaban.
    
    Me quedé admirado. Don Fermín me decía que yo ya debía ir por allí. Le dije que no podía ir de vacaciones a dos casas, una en la playa que me gustaba mucho y esta en el monte, además de mis estancias en Venice (California, USA) y algún viaje que hacía al pueblo de mi taita, pero que igual este año sí podría venir tres o cuatro días. Vi la cara de alegría de don Fermín y le dije que ya hablaría con él para contratar el equipo, pero que luego tenía que venirse su familia y sus invitados como siempre. De momento me manifestó su acuerdo.
    
    En un lugar aparte hablamos solos Abelardo y yo sobre la conveniencia de hacer una celebración del campeonato con los chicos del equipo. Como había habitaciones para todos le dije que podríamos venir en autobús, cabían todos y tres ...
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