1. Complaciéndolo


    Fecha: 20/05/2018, Categorías: Poesía Erótica, Autor: milfmature, Fuente: CuentoRelatos

    ... llenó de semen y lo que nunca había hecho, lo hice: me tragué el semen de ese joven atlético, me gustó su sabor y su consistencia, lo que nunca había experimentado. Sí, fue algo novedoso.
    
    Supuse que quedaría exhausto con esa eyaculación, yo ya lo estaba, pero él no, todavía seguía un poco firme su miembro. Nos acostamos y me dijo que le gustaba mi cuerpo, que podría pasar como una mujer con menos edad, le dije que a mí no me gustaba mucho, que era muy voluptuoso, y que se conservaba así porque hacía mucho ejercicio en el gym. Entonces me dijo que deseaba contemplar mis caderas y mi espalda y que si conocía la posición de la “vaquerita invertida”, le dije que no, me explicó cómo era y me coloqué en esa posición. Su pene todavía no estaba tan erecto, pero poco a poco empezó a estarlo nuevamente y en ese momento volví a recordar que mi marido nos veía. Sentía cómo crecía su pene y como empezaba a envestirme suavemente, yo empecé a moverme sin saber cómo, pues nunca había tenido relaciones con mi marido en esa posición.
    
    Primero no le encontré gusto a esta posición pero después me empezó a gustar, sobre todo porque sentía la penetración diferente. También me gustó que los movimientos los empezamos hacer en forma sincrónica, aunque en ocasiones se salía su pene de mi vagina, pero yo lo agarraba con una mano y lo volvía a llevar a su lugar. No sé cuánto tiempo duraríamos en esa posición pero el placer era indescriptible, no quería terminar, esos movimientos me estaban ...
    ... volviendo loca, gozaba como entraba y salía ese pene erecto y grueso y sin la ansiedad de sentir que se viniera. (En los últimos años mi marido se venía muy rápido). Con este joven era algo diferente. Poco a poco me iba llevando al éxtasis, sentía como iba llegando nuevamente al orgasmo, me excitaba como había aguantado tanto tiempo sin eyacular y no paraba de envestirme. Yo no dejaba de mover mis caderas de arriba abajo, o en movimientos circulares y él con su fuerza en el abdomen y siempre con ese miembro rígido, entrando y saliendo. Pero también contribuía el ambiente: el olor del aceite de almendras, la sensación de sentir mi cuerpo con ese aceite, húmedo y que mi marido observaba como ese joven se cogía a su mujer en una posición que él nunca se imaginó en tantos años de matrimonio.
    
    Llegamos al cielo juntos, explotando al mismo tiempo, sentí perder el conocimiento, recuerdo haber gritado de placer en el momento en que sentía como se derramaba su semen en mi vagina. Me quedé así, en esa posición, sólo cambió cuando recargué mis codos en la cama y se elevaron mis caderas y supuse que mi trasero se vería más grande. Él solo me decía “no lo puedo creer, nunca imaginé cuando te conocí que tuvieras ese culo tan espectacular, tan firme”, yo le preguntaba “te gusta” y él me respondía: “sí, me encanta”.
    
    Desnuda, en esa posición, me preguntaba y me respondía en silencio: Complací a mi marido, sí; se complació él, no lo sé, ya me dirá. Me gustó, sí, me gustó. Me siento culpable, sí, ...
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