Mi hermana Julia - 3 -
Fecha: 21/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... antecede al momento fatal de levantarse, dejando que pasara tranquilamente el tiempo, pensando: otro día de tormento. ¿Hasta cuándo durará esta tortura? Estaba perdiendo toda esperanza de que eso terminase algún día. De pronto me sobresalté al oír unos golpes en la puerta. -Luis. ¿Aún duermes? -sonó la voz de Julia al otro lado de la puerta-. - Mmmmmmmhhhh… ¿qué?… ¿qué quieres? -le contesté, haciéndome el dormido-. - ¿Puedo pasar? - Eh, sí. claro, pasa, pasa. Qué raro -pensé-. Julia abrió la puerta, pero no entró. Llevaba puesta una falda de esas de tipo cheerleaders de equipo, y un top que le aprisionaba las tetas hasta casi aplastárselas. Pude contemplar su liso vientre hasta el comienzo del elástico de la falda. Mis ojos no daban crédito a lo que veían. Mi hermana estaba en la puerta de mi habitación y daba la impresión de estar de buen humor. No me lo podía creer. ¿Qué milagro había sucedido? ¿O vendría luego el desengaño y sería aún más cruel? De pronto vi volar algo hacia mí… y cuál no fue mi asombro, cuándo vi lo que aterrizó sobre mi cama: unas braguitas de Julia; ¡me las había lanzado ella misma desde la puerta! Las cogí y las miré… después volví la vista hacia Julia que permanecía allí de pié, mirándome con cara de recochineo. -Debí poner una cara de imbécil de mucho cuidado, ya que Julia me espetó-. - No pongas esa cara, hermanito… -me dijo sonriendo espléndidamente-. De todas maneras te las ibas a ingeniar para conseguirlas por tu cuenta, ¿o me equivoco? Pues para ...
... eso, ¡prefiero dártelas yo!… y te advierto que, ¡me las acabo de quitar!… están jugositas… bueno, me voy a la ducha… ¡pásatelo bien, Luisito! Volvió a sonreírme, disfrutando de mi cara de desconcierto, y se fue, cerrando la puerta de golpe. Estuve tentado de pellizcarme. Aquello no podía estar sucediendo. Soñaba. Eso era; estaba soñando. Era imposible un cambio así en Julia de la noche a la mañana. Ayer estaba igual de hosca que las últimas semanas. No podía ser; no podía ser, me repetía una y otra vez. Pero era cierto. Yo estaba despierto. Despierto por completo. Y allí estaban las braguitas de Julia. Jugositas; tal como había dicho y pude comprobar tras una somera inspección. No tuve tiempo de llegar a sacarme la polla del pantalón del pijama… en cuánto cogí aquellas bragas, sentí aquella extrema humedad y aquel olor fuerte y penetrante, los chorros de esperma empezaron a brotar de mi capullo. Una vez más lo puse todo perdido, ¡¡¡¡QUE CORRIDA!!!! Con el tiempo que hacía que no disfrutaba de una buena paja, mis huevos debían estar repletos de esperma. Me cambié rápidamente y baje a toda mecha a la cocina. Encontré allí a Julia, que limpiaba la campana extractora. Tenía que agradecerle su regalo. Tenía que decirle algo… tenía que hablar con ella sobre ese cambio… Tenía que decirle tantas cosas… pero Julia se me anticipó y no me dejo articular palabra. - ¡Ah! ya estás aquí. Sí que has tardado poco hermanito… ¿Ya estás? ¿Ya has terminado la rutina? - Er… sí… ya… ya estoy -dije ...