1. Primita bien cogida. El polvo que nos debíamos


    Fecha: 22/05/2018, Categorías: Gays Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ... Esto es prohibido, por eso mismo tiene el sabor de la transgresión, la tentación del pecado sazona el desatino y la cómplice voluntad de amarnos se hace carne y espíritu rebelde.
    
    La tiendo boca abajo, sobre la cama, los brazos a los costados, laxa, se deja llevar en el masaje contenedor de su mejor primo. Los músculos se van relajando, la piel adquiere la tersura cremosa de la mujer que se va entregando al deseo masculino, murmullos de agradecimiento. Me esmero y prodigo en lo mejor de mi repertorio de caricias, suelto el broche del soutién, mis manos suben y descienden por la espalda, recorriendo cada rincón, tocando cada poro, entrando en cada hueco, frotando y acariciando. Ronronea como gata en celo.
    
    Con mis labios recorro la espalda de Helena, gustosa recibe la caricia húmeda, los besos en el cuello la transportan, la estremecen, agitan sus zonas más erógenas en manos del hombre sabio que recorre esos lugares que la ponen en clima para ser amada. Cuando mis manos se roban la contención de sus pechos, retenidos y estrujados, encerrados los pezones en la frotación del pulgar y el índice, se estremece y arquea toda, tensada como la cuerda de un arco.
    
    Es tiempo de voltearla, enfrentarnos en su desnuda indefensión, nuevamente las cúpulas sacras de sus pechos son cubiertas por mis manos y arrobadas por mi boca, me abraza como para ahogarme entre sus pechos. Arrecian besos y caricias sobre los pezones, quiere más, momento propicio para recuperar el tiempo perdido y ...
    ... aprobar la asignatura pendiente, es volver al colegio del amor infantil para volver a jugar “al doctor”, ahora hacerlo de veras, pecar como adultos y adúlteros porque así sabe mejor.
    
    Vuela el jean, sacarle la tanga con los dientes, es la excusa para meter la mano y la cara entre las piernas y entrar en la íntima humedad, sentir el fragor y el aroma pegados en los labios. El deseo reprimido emerge en el contacto vaginal, los dedos encuentran el secreto botón del placer que enciende la pasión.
    
    Los gemidos cortos y contenidos anticipan un orgasmo muy sentido, estremecida, digito la intensidad y duración, demoro y alargo para darle más entidad al ansiado desahogo. Encimados, hasta el momento de girar, nos besamos profundo y prolongado, Helena urge, exige una reparación para mí erección.
    
    De espaldas, por suerte ambos gustamos de esa postura, ella para tener mayor libertad de moverse, yo para poder ejercer el poder del macho, el animal que llevamos dentro manifestarse en fuerza y vigor para dominar y someter a la hembra. Poder aflorar el instinto primitivo del deseo salvaje, transmitir esas sensaciones en la penetración impiadosa y hasta violenta cuando el fragor de la calentura nos domina.
    
    Disfruta de contener y apretar, de someter y halagar, es la dominación total, forzarla a dejarse hacer, a perder el control de las acciones a manos del hombre que la posee. Tomada de la ingles la elevo un poco para lanzarme como una saeta con fuerza dentro de la vaina, sentir como la ...