Modelo artística.
Fecha: 27/09/2021,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Soy Ana. Ya he cumplido 18 años.
Según mis amigas soy guapa y tengo buen cuerpo. Estoy delgada. Mis piernas son largas y las tetas no muy grandes. Deben tener razón porque me doy cuenta de cómo me miran los chicos.
Aunque morena, desde hace unos meses, me tiño de rubio el pelo de la cabeza. Especifico porque el del coño lo llevo siempre depilado y no me hace falta.
Mis padres se pueden permitir darme muchos lujos y suelo vestir bastante pija.
También dicen que soy algo atrevida y no le tengo miedo a nada. En eso seguro que exageran. Una cosa es lo que parece y otra lo que se lleva por dentro. Digamos que doy mucha sensación de seguridad.
Un día estaba con mis amigas Marta y Paula, en una cafetería, cuando vimos un cartel que pedía modelos femeninas para clases artísticas.
Paula me dijo que yo encajaba en el trabajo. Marta, que es un poco víbora, me animó a dejar de vivir del cuento. Aquello me enfureció. Cogí el móvil y llamé al teléfono que se indicaba.
Respondió una chica que me dijo lo que pagaban y el trabajo a hacer. No era mucho dinero, pero tampoco el trabajo parecía muy difícil. Posar en una sesión, de una hora, para alumnos que estaban aprendiendo a dibujar. Además, tenía ganas de callarle la boca a Marta.
Pregunté cuando podía empezar y me dijeron que esa misma tarde, a las 6 necesitaban una modelo.
Me presenté y la chica que me había atendido, Laura, rondaba más bien los cuarenta, pero era muy amable y elegante. Su voz al teléfono me ...
... había confundido. Me dijo que vestía muy bien y así servía para la clase. Ella era la profesora que las daba.
Entré en una sala que tenía en el centro una amplia tarima, como si fuera un escenario. A su alrededor, varias chicas, alguna más mayor, sentadas con un caballete delante y un gran cuaderno de pintura en él, se afanaban por dibujar algo. Otras sólo llevaban un cuaderno grande en la mano.
Laura me indicó que me subiera a la tarima. Entonces me percaté de que el suelo era acolchado como si fuera un tatami.
Laura me colocaba en diferentes posturas y luego se paseaba entre las dibujantes dando instrucciones para retocaran los bocetos que hacían.
La hora se me hizo corta. Acabó la clase y Laura me entregó el dinero convenido.
Cuando me iba a ir, Laura me detuvo:
- Un momento, Ana. Tengo un problema y no sé si podrás ayudarme.
- ¿Qué ocurre? - Le pregunté.
- Es que ahora tenemos otra clase y la modelo contratada me ha llamado porque no puede venir. Podría hacerlo yo, pero me dificulta dar la clase.
- Bueno…, no tengo inconveniente en sustituirla…
- Es que hay otro problemilla… - hizo una pausa hasta que la interrogué con un gesto - La clase de modelos desnudos…. Tú tienes un buen cuerpo…
Estaba procesado la información cuando Laura añadió:
- Se paga el triple…
Aquello me pareció estupendo. Aparte del dinero, había sabido alagarme y el importe total ya me servía para callar la boca a Marta. Valoré rápidamente la oportunidad, alguna vez ...