Cuando dejé de ser señorita
Fecha: 01/10/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos
El presente relato tiene la finalidad de confiarles algo de mi vida personal y la manera en la que perdí mi virginidad.
Cuando terminamos el bachillerato, la jefa de grupo organizó una misa para dar gracias y después de ésta, una fiesta para celebrarlo. Se pusieron cuotas para pagar los gastos de la misa y el anticipo del salón de fiestas: todos parejos. Además, se repartieron los boletos que cada quien deberíamos vender para la fiesta, en el entendido de que, de no venderlos, deberíamos pagarlos nosotros. Entre los familiares vendí casi todos los que me correspondían y dos de mis hermanos me ayudaron vendiéndoselos a sus amigos.
A la misa casi no fueron los hombres del grupo, sí todas las mujeres y nuestros padres y algunos parientes más, pero a la fiesta… ¡Fue un gran éxito! Lo sabíamos desde antes pues los boletos se agotaron con anticipación. Entre los boletos que vendió mi hermano mayor, varios correspondían al equipo de futbol donde él jugaba. Entre ellos estaba Ramón (así le llamaré, para no balconearme), un señor diez años mayor que yo, era el más viejo de los jugadores del equipo, y sólo compró un boleto pues no tenía novia. Le gustaba tomar, y a la fecha toma mucho.
Como yo tampoco tenía pareja, bailábamos unos con otros, organizadamente (una pieza con alguien distinto) las primeras diez piezas. Después, “¡el que ganó, ganó!”, es decir, si alguna pareja deseaba conocer más entre sí, ya no se soltaban. Así me pasó con Ramón, ¡él ya no me dejaba bailar con ...
... otro! La verdad, yo lo veía muy apuesto y formal, debido a su edad. No pasó nada esa noche, pero cuando nos despedimos, pues concluyó el tiempo contratado para la música y el salón, y yo me iría con mi hermano en su motocicleta, le preguntó a mi hermano que si podía visitarme. Mi hermano contestó “Por mí no hay bronca, mejor pregúntale a mi papá” y le señaló la mesa donde se encontraba mi padre. Mi hermano y yo nos fuimos pues éste tenía prisa. Después me enteré que Ramón se presentó con mis padres y muy formalmente hizo su petición. Mi padre, lo invitó a sentarse para tomar el último trago y platicaron sobre las visitas. La verdad es que mis padres quedaron gratamente impresionados, pues ya casi nadie pedía permiso a los padres, además de que contó sobre su trabajo y los años que llevaba en él.
La cosa es que después de un par de meses de ir a casa y convivir en salidas al campo y otros lugares con la familia. Ramón me dio el primer beso al declarárseme. Esa misma tarde, pidió permiso a mis padres de que lleváramos un noviazgo. Ellos aceptaron encantados, tanto formalismo era una buena llave. Con el tiempo no vieron necesidad de chaperón para salir durante el día o ir al cine, aunque sí a las fiestas porque se regresaba tarde. El caso es que empezamos con las caricias más atrevidas, aunque, a decir de mis amigas, yo seguía siendo novia de “manita sudada”.
Casi dos años que no sé cómo aguantamos con tanto calentamiento y nada de penetración. Al segundo mes empezó con ...