Cuando dejé de ser señorita
Fecha: 01/10/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos
... “Ella se va a portar bien” le dijo mi padre, dando tácitamente la autorización. Al día siguiente llegó temprano por mí. Efectivamente, la camioneta iba cargada y con tres peones en la caja. Mi madre me dio su bendición, subí a la cabina, mi novio cerró la puerta antes de subirse a manejar y mi madre vio alejarse la camioneta.
En menos de una hora llegamos, otro tanto tardaron los peones en bajar las herramientas y recibir las indicaciones de cómo armar la caseta para guardar el material y los catres donde ellos pernoctarían. “Nos vemos mañana, no se vayan a emborrachar, ya los conozco. No me puedo quedar, porque tengo otras cosas qué hacer”, les dijo sonriendo socarronamente. “Sí, claro, que las disfrutes” contestó uno de ellos y los demás se rieron. “¿De qué se ríen?”, le pregunté a mi novio. “De nada, así son de envidiosos”, me contestó echando a andar el vehículo.
De regreso nos paramos en un restaurante para comer y, “casualmente”, enseguida había un motel. El caso es que al terminar de comer y subirnos a la camioneta me empezó a morrear, me calenté y quise sacarle la verga para mamársela, ya me había enviciado con el sabor del semen. “No, aquí sí nos pueden ver”, me dijo evitando que lo hiciera, “Mejor vamos a donde no nos vean, yo también quiero mi niña”, explicó recorriendo en el vehículo los pocos metros que había hacia el motel. Espera aquí, dijo y se fue a pedir un cuarto. Regresó con la llave y se subió para mover la camioneta a otro lugar, frente a la ...
... villa que nos asignaron.
Nos bajamos y antes de entrar al cuarto, me cargó para entrar y depositarme en la cama. Me sentía asustada, pero me fascinaba cómo me trataba. Se acostó a mi lado y comenzamos con lo que yo quería. Por estar tan entretenida con mi vicio, no me di cuenta cómo me quitó la ropa ni cómo se encueró él. Se subió sobre mí y me pidió que abriera las piernas. Tomé su falo y lo restregué en mis labios interiores y clítoris, como cuando yo me masturbaba. No hubo mucho que decir, me fue penetrando lenta y firmemente. En mi calentura, no sentí dolor, sólo un pequeño ardor por el desgarre del himen que pronto fue suplido por un placer enorme.
Me vine y le arañé la espalda, yo estaba feliz y lloré de felicidad viniéndome varias veces. Ramón, todo un caballero, soportó todas mis manifestaciones de placer; le encajé las uñas en las muñecas cuando me penetró subiendo sus piernas en mis hombros. Después que reposé, me dijo “Ahora me toca a mí” y se puso un condón. Me cogió como quiso y yo seguía viniéndome una y otra vez, pronto se puso tenso, gimió y recargó todo su cuerpo sobre el mío. Descansó sin dejar de resoplar y tomar el aire a bocanadas. Se acostó boca arriba, saliéndose de mí y vi el condón lleno de esperma. Le acaricié el pecho, limpiándole el sudor, lo besé y luego le quité el condón, cuidando que no se cayera su sabroso contenido y le mamé la verga. Se quedó dormido.
Lo contemplé llena de amor y vacié el condón en mi boca saboreando cada chorro que ...