1. Las desventuras de un cornudo paralítico


    Fecha: 05/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Jos Lira, Fuente: CuentoRelatos

    ... ahora me paga Fede; podré comprarme una mansión como esta si quiero; quizá hasta cinco autos, y derrocharé el dinero teniendo una vida que siempre quise, ¿te das cuenta, Sofía, de por qué me siento tan mal? Porque me apoderaré de todo lo que tiene tu marido. Tantos años de Fede trabajando día y noche, estresado, con desvelos, privándose de estar con ustedes, su familia; sacrificando su tiempo y sus energías, para que de pronto llegue yo y me quede con todo.
    
    —No te sientas así, Aníbal, me duele oírte decir eso —musitaba Sofía sintiéndose atragantada.
    
    —¿Te duele saber que soy un avaro, y que me regodearé de un éxito que a mí no me costó? Soy tan pretencioso, tan egocéntrico y tan narcisista, Sofía… Yo no construí su imperio, y sin embargo Fede está por coronarme como el emperador de todos sus bienes. No está bien, Sofi, no está nada bien. Me odio a mí mismo por sentir tanta vanidad.
    
    Las piernas de Aníbal le temblaban, escalofriándole el resto de su cuerpo.
    
    —No, no, lo que me duele es saber que te duele sentirte así —contestó Sofía con los ojos hinchados de tanto lagrimar. Su garganta la sentía tan inflamada como sus ojos, y por eso le costaba hablar—. No mereces sufrir, Aníbal. No le estás quitando nada a Federico. Él solito te lo está entregando para que tú lo administres y no nos dejes solas a Sol ni a mí. Tómalo como eso, como un derecho moral que te está entregando Fede por todo lo que has hecho por nosotros desde hace seis meses, desde que está desahuciado. ...
    ... ¿Ves? Es como un pago para ti. Has estado con nosotros cuando no era tu obligación. No tienes por qué tener remordimientos.
    
    Aníbal jadeó, y entrecerró los ojos un par de veces.
    
    —Viéndolo de eso modo, Sofía, creo que me siento mejor. Viéndolo desde esa perspectiva, creo que tienes razón, no debería de sentirme tan mal por tomar posesión de sus pertenencias.
    
    —¿Ves? —contestó Sofía con una sonrisa de suficiencia—. Nunca más debes de sentir otra vez remordimientos por nada.
    
    —Sí, sí… ufff. Así como lo planteas creo que tampoco debo de sentir remordimientos de estarte follando la boca como la puta que eres Sofía, Ahhh, Ahhh.
    
    —¡Sí, síii, no tienes que sentir… re… mooor… diii… mient… ooos!
    
    —Él me pidió que cuidara de ti, Sofía, que lograr distraerte por algunos momentos —le recordó Aníbal sujetando con una mano la cabeza de su amante sobre su verga, y amasando con la otra uno de los redondos y esféricos senos lechosos de Sofía.
    
    —Y cómo lo has hecho, cabrón —intentó decir Sofía atragantándose con la enorme polla de su macho.
    
    Cada vez que el glande tocaba la campanilla de su garganta, Sofía sufría arcadas y le salían lágrimas de los ojos. La hermosa hembra tenía corrido el maquillaje, el vestido lo tenía arriscado en sus caderas, y el sostén negro estaba a mitad de su cintura, dejando las dos grandes tetas de fuera.
    
    Aníbal estaba sentado con las piernas separadas en el borde de la cama matrimonial donde dormía su jefe, que roncaba como oso atropellado, y Sofía ...
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