Todos se cogen a mi mujer
Fecha: 15/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... relato se abrió ante mis cansados ojos.
Una mamada al chofer de Uber frente a mi casa
Aunque algunos no me crean, no siempre miento. Cuando el domingo le dije a Andrés que iba a juntarme con unas amigas del profesorado, fue totalmente cierto.
La noche transcurrió normal. Fuimos a comer a un lindo restorán de caballito. Nos dedicamos, como corresponde, a sacarle el cuero a nuestras respectivas parejas. Emilia estaba contenta por su nuevo trabajo; Juliana confesó que tenía un romance con un compañero de la escuela donde daba cases, y no se decidía entre dejar a su novio, dejar a su amante, o no dejar a ninguno; Florencia, la santurrona, la miró con indignación, y luego comentó lo bien que le iba con el troglodita de su marido. Siempre tuve cierto rechazo hacia Flor. Si no fuese porque compartíamos la amistad de Emilia y Juliana, nunca hubiésemos sido amigas. Pero más allá de eso, se comportó de manera agradable, no salió con sus discursos moralistas y religiosos. Cuando oía algo que la escandalizaba, sólo fruncia el ceño y se llamaba al silencio.
Yo no comenté mis aventuras. No por la mojigata de Florencia, sino porque las otras dos también se escandalizarían al conocer mi faceta más promiscua. Es que hay mucha hipocresía entre las mujeres. Emi y Juli se llenan la boca hablando de la libertad sexual de las mujeres, pero una cosa era una anécdota, como la de Florencia, en donde se debatía sentimentalmente por dos hombres, u otras historias más inocentes, como la ...
... de una aventura excepcional en algún lugar remoto. Eso no estaba mal, y hasta era cool y sofisticado presumir de esas historias. Pero muy diferente serían sus reacciones, si se enteraban de todas las experiencias que viví, tan numerosas como depravadas.
Así que simplemente les mentí, y les dije que mi matrimonio con Andrés iba muy bien, que ya éramos una pareja estable y madura, y que me sentía feliz y plena. Nos despedimos a las once de la noche. Fui la última en esperar en la vereda el Uber que había solicitado. Un hombre que se metía en su Chevrolet Camaro se ofreció a llevarme a donde quisiera. El tipo no estaba ni mal ni bien, pero el auto era increíble, y sentí una sorpresiva excitación sexual debido a ese tremendo fierro. Le dije que no, muchas gracias. Si no hubiese encargado el Uber, o si me hubiese insistido más, el niño rico podría haber sumado una conquista más en su haber.
Llegó mi chofer. Un jovencito de veintetantos años, vestido con barato, pero elegante traje azul, sin corbata. Conducía un Fiat bastante nuevo, que seguramente todavía estaba pagando.
- Wow, qué categoría. – dije, al ver su aspecto. – Así me voy a sentir como una niña rica con chofer propio. - Él rió.
- ¿Querés viajar adelante? – me preguntó, mientras abría la puerta, y medio disimuladamente, me miraba las piernas. Yo vestía un enterito gris corto, y unas sandalias altísimas que hacían ver espectaculares, mis ya de por si buenas piernas torneadas. Me había planchado el pelo, y me ...