Si te la pone, seguro querrás repetir
Fecha: 20/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
La vida, a veces, parece injusta. Un refrán, enunciado o sentencia que se expande a través del espacio y del tiempo exige tener un autor conocido. Ese alguien que, conociendo las leyes naturales las maneja, domina y aplica. Aquel que aúna un cierto atractivo con un velo enigmático, y así impulsa a la imaginación a buscar una solución en medio de las muchas posibles.
<Si te la pone, seguro querrás repetir>
En la expresión anterior, el que la pone, es José Alfredo García, es decir yo, cadete, ordenanza, ejecutivo, gerente de producción y hombre de confianza del dueño de un taller de costura que emplea a unas veinte mujeres, cifra que puede aumentar según los compromisos.
Quién inventó y quien difundió la expresión es un misterio, la cuestión es que se propagó. La hipótesis más verosímil es que se trató de una broma salida de cauce, que con el andar aumentó su volumen y se convirtió en verdad indiscutible por obra del todopoderoso rumor. Lógicamente el beneficiado fui yo.
Estoy en los treinta y desde los dieciocho trabajo en esta empresa, cuyo dueño es don Manuel, a quien debo casi todo lo bueno que soy y tengo.
Por límite de edad estaba terminando mi estadía en el orfanato y, buscando trabajo, toqué a la puerta del taller. La suerte me hizo estar en el lugar y momento justos, pues necesitaban un peón de limpieza. El dueño me hizo una buena cantidad de preguntas, diciéndome al final.
- “Voy a hablar a la institución donde estás, si confirmo lo que me ...
... dijiste, mañana empezás a trabajar. No te voy a registrar en ningún lado pues estarás a prueba los próximos dos años, y en ese tiempo tenés que terminar el secundario y trabajar. Me voy a encargar de que sigas viviendo ahí, y te advierto que si mostrás fallas importantes en cualquiera de las dos actividades te pongo en la calle en un abrir y cerrar de ojos”.
Él siguió de cerca mi maduración, marcando pautas, orientándome en situaciones dudosas y haciéndome progresar, laboral y personalmente. Esa formación a su lado moldeó mi personalidad, que una empleada, sin saber que la escuchaba, describía por teléfono.
- “Es robusto, cara de pocos amigos, amigo de pocas palabras, tremendamente ceremonioso y educado. Ninguna de las empleadas recuerda una mirada suya fija en trasero o tetas, y eso que abundan. Jamás se le escuchó una palabra de doble sentido o mostró un gesto de avance varonil, tan comunes en los hombres cuando están rodeados de mujeres. Parece más amargo que pedo de perro. Su vestimenta habitual es ropa de trabajo, que siempre lleva limpia y planchada”.
Esa descripción abonaba lo suficiente la posibilidad que, la fama de semental, hubiera tenido origen en una broma, pues mi apariencia hacía suponer un montón de cosas, menos esa.
Yo, desde la actividad elemental de limpieza, inicié un lento pero sostenido avance, tanto laboral cuanto en relación al entorno.
Enorme era el chalet, rodeado de jardín, donde vivían Don Manuel y su esposa, con edificio destinado a los ...