La Cebollita
Fecha: 23/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... dormimos hasta que oímos el despertador. Aún era temprano y me puse la ropa despidiéndome con un beso.
–Ya va a salir el sol y debo agradecerte esta noche –le dije acariciándole los vellos de su panocha.
–Y quiero que mañana también le agradezcas lo de la noche de éste último día –me dijo antes de apretarme los testículos–. Reponte, porque quiero una despedida con mucho amor… –concluyó.
Afortunadamente, por lo temprano que era, no me topé con alguien más en el pasillo. Al siguiente día todo transcurrió normalmente. En el descanso previo a la comida vimos a varios niños jugando felices en el chapoteadero.
–Creo que voy a traer a mis hijos para que ellos disfruten también. ¿No se te antoja hacer lo mismo? –pregunté y su cara se ensombreció.
–Yo no tengo todavía –contestó mirando los juegos alegres de los infantes, salió una lágrima que enjugó de inmediato –. Vamos a comer, porque se nos puede hacer tarde –ordenó dándose media vuelta para alejarse de las risas de los niños y que no la viera triste.
Al concluir las actividades de esa tarde, después de cenar y tomar un poco, regresamos a su cuarto en la noche. Entre besos y caricias, nos desvestimos el uno al otro y cuando estábamos acostados se acordó de pedir la llamada para su marido. Se sentó para hacerlo y yo me quedé acostado. “Hola. Ya mañana nos veremos”, dijo tomando el aparato para acercar más el cable de la bocina y recargó su cara en mi pecho, acariciando los vellos de mi vientre. “¿Sí?, ¿no la ...
... esperaste mucho?”, preguntó en alusión a su madre y bajó su mano más para acariciar y jugar con mis testículos. “Sí, acá ha habido de todo: momentos buenos y malos, pero algunos inolvidables, incluido un reconocimiento que hizo el ingeniero Guerra sobre mi trabajo”, mencionó y recordé la emotividad de las palabras vertidas por la máxima autoridad de la reunión de trabajo, concernientes a lo que ella le comentaba a su marido. “Después te cuento, porque ya quiero acostarme, a ver si duermo bien”, decía jalándome en vaivén el pellejo del tronco y mirando cómo salían las gotas del presemen. “Adiós, hasta mañana” se despidió antes de meterse mi glande en la boca, aún sin colgar la bocina. Sentí sus labios ardiendo y procuré contener mis gemidos a la vez que ella trataba de colgar el aparato telefónico, sin conseguirlo, cayéndose la bocina al piso, pero se levantó para acomodar todo y colgar, hasta entonces soltó una carcajada.
–¡Ja, ja, ja, ja, por avorazarme no lo pude colgar bien, ja, ja, ja…! –dijo volviéndome a chupar con fruición – Pero no te vayas a venir, lo quiero dentro de mí… –precisó, suspendiendo la mamada, cuando sintió que yo iba a eyacular, y se montó sobre mí– ¡Qué rico! ¡Vamos a ver qué tal lo haces tú! –gritó en medio de sus orgasmos, sintiendo yo como resbalaba sobre mi escroto la humedad que salía de sus entrañas.
–¡Sí, qué ricooo…! –exclamé también, viniéndome abundantemente al no poderme contener más –ella dio un grito entre “u” y “o”, antes de caer sobre mí, ...