Carolina, el precio de la ambicion, Parte 1
Fecha: 29/10/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: consiglieri, Fuente: RelatosEróticos
... cuando en Recursos Humanos descubrieron a la pareja. Los dos a la calle, pero Silvina ya había descubierto cómo trepar.
El call center era una pequeña empresa, nadie averiguó antecedentes, cuando le preguntaron por qué la habían echado, ella alegó reducción por crisis, e ingresó.
Pronto descubrió a su nuevo objetivo. Al mes de haber ingresado sorprendió a González mirándole el escote (siempre generoso, siempre dispuesto), cuando se cruzaron en la cocina. "Cómo te llamás" le preguntó él, sin desviar la vista de su tremenda delantera.
"Silvina, entré hace poco, soy una de las telemarketers, un gusto", le contestó.
"Que tengas suerte, espero te vaya bien, yo soy Carlos, uno de los dueños", respondió él, y se fue.
González ya estaba entrando a los 60, y ya más allá de todo. Su matrimonio era rutinario y él se sentía vivo aún. Salía con sus amigos, se mantenía bien físicamente, pero no ponía en riesgo nada. Sólo alguna joda con prostitutas, no más que ello, y no se permitía jugar en el trabajo. Hasta que Silvina le ganó.
Ella, como una artesana, fue tejiendo su red. Lo cruzaba en la cocina, camino a los baños, le clavaba la mirada, con una sonrisa a veces, otras sobreactuando el interés, mirándolo y desviando como si no lo quisiera
hacer
. Y cada vez más provocativa en su vestimenta. Cuando podía, como los pasillos eran estrechos, salía a su encuentro, y lo rozaba, con sus tetas, o con su culo. González empezó a mirarla diferente. Además del plan, ella ...
... cada vez trabaja más y mejor. No solo generaba el contacto, sino que además el supervisor hablaba bien de ella. No solo estaba buena, sino que era buena, un muy buen recurso, pensaba el dueño.
Tres meses después, una tarde pidió hablar con él, tras el cierre, y González accedió. Ese día ella fue con su minifalda más corta, remera pegada al cuerpo, sin corpiño, y la mejor de sus tangas.
"Quería hablar con usted, agradecerle la oportunidad que me han dado y que he puesto todo el empeño para seguir creciendo", arrancó ella, hablando suave y pausadamente, inclinándose hacia él, del otro lado del escritorio.
González parecía manejar la situación, pero estaba errado. Sus piernas parecían brillar, en un cruce de piernas le pareció detectar una tanga roja, los pezones se le marcaban a causa del aire acondicionado, no lograba escucharla.
Ella lo sabía, lo había atrapado. Faltaba un poco más
"Pero le tengo que pedir la renuncia", y escondió su cara entre sus manos, sobreactuando pena.
- "Qué pasa Sivina?, Porqué?"
- "Me pasan cosas con usted. y antes de cometer un error prefiero irme".
- Sos muy buena, el supervisor me habla muy bien de vos, tenés mucho para crecer, te debes estar confundiendo. Soy una persona grande, casada, te estás imaginando cosas que no son
- No es mi imaginación, es lo que siento. Es verdad, su manera de ser, es un caballero, su perfume, siempre imaginé un hombre con todas las letras a mi lado. Me gusta cada vez más. Y como no quiero hacer ...