Le llamaban El Apañao
Fecha: 01/11/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... no tiene narices de arreglar porque viene muy cansado, dice.
Eran varios grifos que goteaban o de los que apenas salía agua, una cortina para colgar, una lampara que habían comprado y que Jesús no sabía por donde meterle manos, en fin, nada del otro mundo. Les expliqué que era lo que yo creía que había que hacer y cambiar, les aconsejé un par de cambios y les propuse que si me lo tenían todo comprado, me pasaría al día siguiente a la hora que me dijeran, siempre que fuera por la mañana.
- ¿Y tú no te puedes encargar de comprarlo todo, Paco? ---me soltó el listo de Jesús. La mirada de Remedios fundía las piedras.
- Lo podría hacer, claro, pero …
- Mira, para empezar, te quedas a comer y me vas explicando bien que es lo que vamos a necesitar, y esta tarde, cuando abra la Rosa, vamos tu y yo y compramos todo. Iría yo sola, pero no sabría ni lo que pedir. Y este que se quede descansando, ¡para lo que nos va a servir! —resolvió Remedios.
No pude negarme a comer con ellos y quien llevó el peso de la conversación fue Remedios, Jesús, a los postres ya daba cabezadas, así que su mujer le dio un manotazo y lo mandó a dormir.
- Cada día vale para menos. Dormir y futbol, esa es su vida.
- Debe madrugar mucho, si trabaja en Capital…
- ¿Madrugar? ¡Un vago, eso es lo que es! ¡La madre que lo parió, que bien me la coló! Bueno, y tu, dicen que andas divorciao…
- Ya hace tiempo, sí.
- ¿Y no echas nada en falta?
- ¿Como qué? — pregunté imaginando por donde ...
... iba la pregunta.
- Pues que va a ser, lo que se puede echar en falta.
- Pues no, me voy apañando.
- Si, ya me han dicho que eres muy apañado…
Fue una sobremesa prolongada en la que me habló de todo y sobre todo de su marido al que llamó de todo menos bonito, estaba muy quemada con él. Remedios era una mujerona de unos 50 años, dos arriba o abajo, un poco entrada en carnes pero que no le quedaba nada mal, una estatura normal, pecho abundante y un culo llamativo y nada feo. Tenía una cara que, aunque no podría decirse que fuera bonita, cuando sonreía resultaba agraciada, hablaba con desparpajo y gracia y solo se le nublaba la sonrisa cuando hablaba de su marido. No quiero imaginarme lo que pasaba en aquella casa cuando Remedios se enfadaba.
Cuando llegó la hora nos pusimos en camino hacia el comercio de la Rosa, como ella le llamaba. Compramos lo que se necesitaba, ella se fue a su casa y yo a la mía con el compromiso de estar a las 10 para hacerle los “apaños”
Y a las 10 ya estaba yo llamando a su puerta, tuve que hacerlo varias veces y cundo ya estaba a punto de llamar al número de móvil que me había dado Remedios por si me surgía alguna novedad y no podía ir, me abrió pasándose una toalla por el pelo.
- Lo siento, se me ha hecho tarde, salía de la ducha y estaba acabando de secarme. Pasa. ¿Por donde quieres empezar?
- Empezaré por la cocina, así te dejo más tiempo para que termines de arreglarte sin prisas.
- Muy bien, pues ya sabes el camino. Si ...