1. Le llamaban El Apañao


    Fecha: 01/11/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en plena exaltación del sexo. Ella también supo darme lo que necesitaba.
    
    Luego permanecimos un buen rato inmóviles, recuperando fuerza y aliento, hasta que ella decidió que tenía que ponerse en movimiento.
    
    Dijo que “tenía que cambiar las sábanas y airear la habitación para cuando llegara Jesús, aunque dudaba que se diera cuenta de nada, el muy calzonazos, lo que me voy a reír a su costa, claro que tendrá que ser para mis adentros y eso todavía me hará reír más”.
    
    Y yo le dije que tendríamos que buscar una escusa porque no podía terminarlo todo para cuando él llegara.
    
    - Ni te preocupes, le vamos a decir que no habías podido llegar a la hora que habías quedado y que, encima de eso, en la cocina habías tenido problemas y te había retrasado. Y será como hablarle a las paredes, porque no va de enterarse de los problemas. ¡Ah! Y te quedas a comer, que se joda y coma con el que le pone los cuernos. Y mañana… ¡Ay, Paquito, mañana... ya verás!
    
    Jesús llegó, le dio igual si había terminado o no, comimos y Remedios no se privó de restregarme las tetas cada vez que pudo. Estaba sentada frente a mí
    
    y se dio el modo y traza de tener toda la comida su pie en mi entrepierna, de hecho ...
    ... intentaba masturbarme, y se estaba excitando una barbaridad de hacerlo delante de su marido que no se enteraba de nada.
    
    - Que hemos pensado, a ver Jesús a ti que te parece, que como esta mañana no ha ido muy bien, el tiempo que tu descansas, Paco puede ir adelantando arriba.
    
    - Haced lo que queráis, Remedio, yo estoy muy cansado y no me voy a enterar del ruido que haga Paco. Haced lo que queráis.
    
    - Pues nada, eso haremos.
    
    Y lo hicimos, mucho más tranquilos que por la mañana. Remedios ya no iba tan acelerada y solo quería disfrutar del sexo en todas las formas que se nos ocurrían. Y todavía me dio tiempo de colgar las cortinas antes de que Jesús decidiera que estaba menos cansado.
    
    Algunos días después de terminar el trabajo, que se alargó más de lo que se había previsto, y durante el aperitivo de mediodía, Jesús le comentaba al resto del grupo lo fácil que es tener contenta a las mujeres: cambiar unos grifos, colgar unas lámparas y cortinas y había dejado de darle la murga. A ver si le duraba.
    
    - Pues vamos a tener que encargar a Paco que nos haga esos trabajillos y a ver si se callan nuestras parientas.
    
    - Pues nada, a mandar, que por algo me llamáis el Apañao ¿no? 
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